lunes, 21 de junio de 2021

Amancebados con la puta

Los errores y escándalos de los Obispos nos dejan ciegos y abandonados


¿Quién os ha cerrado los ojos hermanos Obispos? Vosotros mismos llamáis a mi Iglesia "casta meretrix"… Pero es inaudito que os hayáis amancebado con la "la puta" y despreciéis a la "la casta". 

¿No veis sus muslos flácidos y sus pies enfangados en la "tradición de barro"?

¿Os atraen sus pechos colgantes por el lastre de atávicas milagrerías? ¿No veis su piel arrugada cargada de tatuajes míticos? ¿Os ciega el oro con que se reviste? ¿Cómo os puede atraer un "pendejo de hechicera" que niega al Dios verdadero y lo proclama "dios manipulable", que creó una chapuza y tiene que remendarla a instancia humana de aquí o del más allá? 

Vosotros sois muy inteligentes, primeros en el Seminario, muy leídos y doctorados. ¿Cómo os dejáis embaucar por una "trapacera mesalina" que convierte vuestros ritos y cultos en trapicheo con un inexistente "dios intervencionista"? Os parecéis a los voceadores de Baal.

Enamorados de ese "esperpento de prostitución" pretendéis recordar a Dios sus deberes, en vez de enseñar al Pueblo sus responsabilidades de personas libres y autónomas. Nos manipuláis por la "fragilidad y necesidad" que nos es inherente y enseñáis que la solución vendrá mágicamente del cielo. Cuando deberías enseñarnos el "camino de maduración autónoma y libre" siguiendo el proceso de humanización sembrado por Jesús.


Habéis inundado la Iglesia del perfume de esa "puta hechicera" con sus magias y mentiras bajo la excusa de que eso es lo que encandila al Pueblo.

Renegáis con ello de enseñar y acompañar en el Camino, Verdad y Vida. Os paseáis del brazo de esa "barragana clerical" por la que os sentís reconocidos, respetados y ensalzados. Mientras el rebaño de Jesús se dispersa por vuestro escándalo y traición. 

Apartaos de esa "zorra hechicera" que ha convertido nuestra Iglesia en un mítico Olimpo postmoderno, plagado de "mágicos diosecillos intercesores, conseguidores y nepotistas". ¿Se os olvidó que Dios es un TODO que no puede ser completado, corregido o modificado por peticiones, sacrificios o recomendaciones? 

Yo soy un borrico que cree en un Dios Único, Inmutable, Perfecto, que nos lo tiene todo concedido, entregado y perdonado. ¿Cómo vuestras ilustrísimas ignoran lo que ve un borrico? ¿Acaso el infinito Amor del Padre, derramado en la Creación, necesita parches, empujones y recomendaciones? ¿No seremos nosotros los que debemos madurar y administrar, con autonomía y libertad, una creación evolutiva y conducirla al punto omega del retorno al Creador? 

¿Por qué os empeñáis en predicarnos y dar culto a un irracional "dios intervencionista" que necesita presiones y sacrificios para recordarnos y cumplir sus obligaciones? ¿Se os olvidó que el Dios eterno y verdadero "todo lo hizo bien"? ¿No os dais cuenta que un "dios cuentagotas" contradice al Dios de Jesús? ¿Os indujo la "embaucadora ramera" a tragaros las letras de la Escritura sin discernir, sin la ventolera dinámica del Espíritu Santo? 

¿No habéis caído en que un "dios intervencionista" no es compatible con un Dios perfecto en sí mismo, al que no se le escapan borrones, ni necesita goma de borrar? ¿Por qué nos ocultáis la verdad?

¿Ignoráis que se nos ha entregado un mundo evolutivo para que lo administremos con autonomía y libertad? ¿Que los que debemos perfeccionarnos y cambiar somos nosotros con discernimientos y decisiones sabias a la luz del don de la razón? 

¿Desconocéis que Dios no puede intervenir y contradecir su concesión de libertad total? ¿Acaso no habéis leído en la "parábola de la viña" -es solo un ejemplo- que el propietario se ausentó? ¿No os habéis encontrado de bruces en la oración íntima con el "Dios Inmanente" que guía, fortalece, vivifica, ilumina y jamás abandona a su criatura, sin intervenir ni limitar su libertad? ¿A qué viene entonces el "culto oficial apócrifo" en que nos habéis encerrado? ¿Por qué no enseñáis estas cosas al Pueblo y le sacáis del "culto egoísta e inútil" de pedir lo que nosotros debemos resolver?


Después de meditar todo esto, podríais miraros al espejo. ¿Se parecen vuestras actitudes y apariencia a Jesús de Nazaret? Los católicos os percibimos atrincherados e inmovilizados bajo el yugo de tropecientos cánones y el incienso de vuestros turiferarios.

¿Os habéis fijado -por ejemplo- en quiénes conforman vuestros Consejos? Con los laicos contáis poco, pero los que escogéis son siempre los bailadores del incensario, fanáticos de vuestra "puta clerical".

No toleráis los distintos, críticos, disconformes, heridos, perdidos o buscadores. Habéis borrado de vuestro particular evangelio a los "zaqueos", "magdalenas", "mateos", "leprosos", "paralíticos", "cananeas", "adúlteras", "bartimeos", "samaritanos" y demás gente sospechosa. Os encanta rodearos de escribas y fariseos, entusiastas de vuestros tradicionales errores. 

Por supuesto, la oveja perdida ya falleció de cansancio, desorientación y hambre, hace mucho tiempo. "Porque voy a poner en este país a un pastor insensato, que no se preocupará de la oveja perdida, ni buscará la que anda descarriada, ni curará a la herida, ni alimentará a las sanas; sino que comerá la carne de las más gordas y no dejará ni las pezuñas" (Za 11,16). Podría seguir con Ezequiel 34, pero dejo su relectura a vuestra buena voluntad. 

Quisiera invitaros a meditar ante la tumba de Pedro. ¿Os parecéis a los Apóstoles de los que os pregonáis sucesores? Nosotros os percibimos aplastados por la uniformidad e inmovilismo canónicos, amancebados con la pompa, el lujo, la púrpura, el boato y la prepotencia. 

¿Os sentís cómodos con vuestras coronas, cetros y tronos? Un sirviente no necesita ostentosa corona, ni reluciente cetro, ni altanero sitial. No es propio, no es adecuado, no es digno. Su entrega, su servicio y su sudor son su auténtica diadema. Un pastor bueno escucha, conoce y camina sencillamente entre sus ovejas: "Conozco a mis ovejas y ellas me conocen" (Jn 10,14). 

Si queréis ser guías, mostrad con vuestro ejemplo la luz del Evangelio. No os endioséis en tronos y sitiales que nos confunden y abochornan. No aceptéis palio, baldaquino o dosel para ensalzar vuestra dignidad, porque nada de eso necesitáis para vuestra misión. 

Es muy difícil percibiros como "sucesores apostólicos" porque no sólo habéis caído en la ambición de vuestra carrera eclesiástica: "uno a tu derecha y otro a tu izquierda" (Mt 20,21), sino que os habéis subido al mismísimo trono divino con la excusa de que sois sus representantes, sus vicarios, sus apoderados, sus mediadores, su autoridad. Sinceramente, vuestros signos no son los del Señor: "El más pequeño de vosotros ése es el más importante" (Lc 9,48). "Ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón" (Mt 10,10). ¿Cómo podremos reconoceros con tanto disfraz?

¡Rechazad toda apariencia de poder! ¡No os es lícito convivir con esa zalamera "buscona clerical" que os encumbra, os adula y os rinde pleitesía! Buscad los signos del Señor: "Sabéis que los jefes de las naciones las tiranizan y que los grandes las oprimen con su poderío. No será así entre vosotros, sino que, si alguno de vosotros quiere ser grande, sea vuestro servidor; y el que de vosotros quiera ser el primero, que sea el servidor de todos" (Mt 20,25). 

¡Volved, volved a la Santa Iglesia! ¡Abandonad a la fornicadora y embaucadora de clérigos!

-       "Sólo Dios es Santo" (Mt 19,17).

-       "Tú eres el único Santo" (Ap 15,4).

-       "Al Señor tu Dios adorarás y a Él sólo darás culto" (Mt 4,10).

-       "No a nosotros, Señor, no a nosotros sino a tu nombre da la gloria" (Sal 115).

-   "Pero vosotros no os dejéis llamar maestro, porque uno es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos. A nadie en la tierra llaméis padre, porque uno solo es vuestro Padre, el celestial. Ni os dejéis llamar preceptores, porque uno solo es vuestro preceptor: el Mesías. El más grande de vosotros que sea vuestro servidor. Pues el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado" (Mt 23,8).

-       "Sólo Tú eres Santo, sólo Tú Señor, solo Tú Altísimo Jesucristo" (Gloria). 


¿Cómo podéis haceros llamar "monseñor", mi señor? Me aterra la lucidez que os ha sorbido esa "aduladora ramera" con la que vivís. "¡No os es lícito!" (Mt 14,4). Me duele hasta el hondón del alma la ceguera a la que os ha reducido. Camináis ciegos y sordos bajo vuestras ilustrísimas, excelentísimas, reverendísimas y eminentísimas contradicciones.

Cuanto más os encumbráis más lejos estáis de este Pueblo y de su Dios. Habéis sido nombrados servidores para ayudar, no para vuestro propio medro y prestigio. "¿Cómo podéis creer, si sólo buscáis honores los unos de los otros, y no buscáis el honor que viene del Dios único?" (Jn 5,44). 

Os vestís afeminadamente con llamativos colores, sedas, rasos, encajes y borlas. No me refiero a los ornamentos eucarísticos, que prestan un servicio cara al Pueblo, sino a los que usáis para vuestra pompa personal. Os encofráis la cabeza con arcaicos perifollos y os significáis bajo teatrales capas. Os ceñís fajines de generales y nobles, aceptáis reverencias ante vuestra pobre humanidad y no dais un paso sin vuestro maestro de ceremonias. 

¿Es propia del reino de Dios tanta farándula? "Guardaos de los maestros de la ley, a los que les gusta pasearse con vestidos ostentosos, ser saludados en las plazas, ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes" (Mc 12,38). 

Os colgáis preciosos pectorales, como insignias o condecoraciones, pretendiendo que signifiquen vuestro cristianismo. ¿Se os ha olvidado cómo era la Cruz del martirio del Señor? ¡Madera de la más basta! ¿Por qué no vemos sobre vuestro pecho -y no sobre vuestras orondas barrigas- una sencilla cruz de madera con la silueta del Crucificado grabada a fuego? ¿Es poco para vosotros? ¿Tan cogidos os tiene la puta ostentación? "Hacen todas sus obras para que los vean los demás. Ensanchan sus filacterias y alargan los flecos del manto" (Mt 23,5). 

Vuestras manos han sido consagradas para bendecir, ayudar, levantar y guiar. Pero vosotros las habéis paganizado con grandes anillos. ¿No os importa nada escandalizar? "Al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le ataran al cuello una rueda de molino y lo tiraran al mar" (Mc 9,42). "¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos hipócritas, que cerráis el reino de Dios a los hombres! ¡No entráis vosotros ni dejáis entrar a los que quieren!" (Mt 23,13). 

Habitáis en palacios, usáis blasones nobiliarios, os hacéis pintar grandes retratos para memoria de los años venideros. ¿Memoria de qué? ¿De vuestro contubernio con el poder, el lujo, la fama, la imagen, la ostentación y la vanidad del mundo? ¿Pero de qué religión son ustedes? Desde luego no de la de Jesús. "Por los frutos les conoceréis" (Mt 7,16). 

Habéis elegido, como signos de vuestra dignidad, la exhibición de vuestra indignidad cristiana porque os habéis rodeado de signos paganos. ¿No es eso lo que se aprecia, a simple vista, sólo con observar cómo os presentáis ante la Iglesia? "Vosotros sois los que os las dais de intachables ante la gente, pero Dios os conoce por dentro, y ese encumbrarse entre los hombres le repugna a Dios" (Lc 16,15). 

Me duele escribir todo esto. Siento una terrible vergüenza. Pero no tengo más remedio que expulsar esta profecía que me lleva corroyendo las entrañas mucho, muchísimo tiempo… ¡Daría por vosotros la vida! Pero no puedo silenciar la escandalosa contaminación que os rodea. 

Sé que en los últimos años os habéis simplificado, pero "os falta un largo camino" (1Re 19,7). Sé que sois "creyentes", algunos incluso "fervorosos creyentes", pero no resultáis "creíbles" porque os falta coherencia. "Como cristiano que soy, digo la verdad, no miento. Mi conciencia, bajo la acción del Espíritu Santo, me asegura que digo la verdad. Tengo una tristeza inmensa y un profundo y continuo dolor" (Rom 9,1). 


Tengo la esperanza de que, alguna vez, cuando os arrodilléis a orar ante una talla del Crucificado, os fijéis bien en el vestido que arropa su dignidad, en los rubíes que adornan sus manos, en su corona de Rey, en la magnífica sede magisterial desde la que enseña. 

No me siento con fuerza para hablar de vuestro autoritarismo o de vuestra afición a arrancar supuestas cizañas sin esperar a la siega, en contra del mandato evangélico: "¡No! No sea que al recoger la cizaña, arranquéis con ella el trigo" (Mt 13,29).

¡Tantos profetas excomulgados o condenados a muerte! ¿Pero os dais cuenta de la "terrible tradición" de la que os declaráis continuadores? Y seguís erre que erre alimentando a la "meretriz" en vez de rescatar a la "santa amada de Cristo", cada día más repudiada y olvidada. 

Tampoco quiero extenderme con vuestro protagonismo, con vuestra creencia de que sois los garantes de la Iglesia, es más, de que sois "La Iglesia". ¿Se os olvidó que quien dirige y garantiza es el Espíritu Santo? ¿Por qué no lo veis caminando entre el Pueblo? 

Habéis institucionalizado vuestro escandaloso puterío, por eso no lo veis. Tampoco el colorido abanico de los pavos reales les permite ver sus pudendas partes. Todo lo justificáis bajo el "disfraz de la sacralización". Esa capacidad que os arrogáis para convertir en sagrado lo profano, inmoral o mágico.

Habéis llegado a sacralizar el oro, la plata, las joyas, las piedras preciosas, el arte profano, es decir, la riqueza material. Convertís el oro en "oro del templo" y todos justificados. Habéis promocionado su uso, acumulación y exhibición como signos de religiosidad. Coronáis y enjoyáis imágenes, acumuláis riquísimas custodias, cálices, relicarios, etc. 

Decís: "para el culto a Dios lo mejor, lo más valioso". ¿De verdad pensáis que lo más valioso es la riqueza material? ¿No erais vosotros los garantes de la espiritualidad? ¿Qué haremos entonces los que, como vuestros predecesores Pedro y Juan, "no tenemos oro ni plata" (He 3,6)? Habéis sustituido los "novillos cebados" por lujos y fastos. ¿Eso le agrada al Señor? "Si alguien quisiera comprar el amor con todas las riquezas de su casa, se haría despreciable" (Ct 8,7).

¿Se os olvidó que el verdadero culto a Dios está unido a la misericordia? "Cuando lo hicisteis con alguno de éstos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis" (Mt 25,40). "Porque yo quiero amor, no sacrificios; conocimiento de Dios, y no holocaustos" (Os 6,6).


Incluso habéis creado museos para exhibir la historia de vuestras desviaciones, de vuestro enamoramiento de esa "zorra" que os domina y de cuyas tetas amorfas todavía os lucráis por mor de la curiosidad humana. 

El otro día me hirió de repente una visión aberrante: un famoso Nazareno con corona de espinas… ¡de oro! ¡Qué corrupción tan infame de la religión! 

-  - "Si me ofrecéis holocaustos y ofrendas, no los aceptaré; no me digno mirar el sacrificio de vuestros novillos cebados… Quiero que el derecho fluya como el agua y la justicia como torrente perenne" (Am 5,22).


- "Vuestra riqueza está corrompida y vuestros vestidos están apolillados. Vuestro oro y vuestra plata están herrumbrados, y esa herrumbre será testimonio contra vosotros y devorará vuestra carne como el fuego" (Sant 5,2).


-  "No atesoréis en la tierra, donde la polilla y el orín corroen y donde los ladrones socaban y roban. Atesorad, más bien, en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corroen, ni los ladrones socaban ni roban" (Mt 6,19).


-   "Anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres… después ven y sígueme" (Mt 19,21).

 

Perdonadme, si ignorante como soy, no he leído esos versículos del Evangelio donde el Señor NO recomendaba construir templos, pero SÍ decía: "id y construid museos, atesorad arte, para quienes puedan pagar una entrada" (Xx, x). 


No, no es que los tiempos estén en vuestra contra, ni que haya católicos lenguaraces que os abominan. Es que vosotros mismos os habéis desprestigiado, os habéis convertido en sonrojo para los de dentro y en irrisión para los de fuera. 

Es que vuestro "escandaloso contubernio" clama al cielo y el Pueblo no cesa de llorar por vosotros y por vuestra ceguera: "el dios del mundo éste les ha cegado la mente y no distinguen el resplandor de la buena noticia del Mesías glorioso, imagen de Dios. Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo, el Señor, y nosotros somos vuestros siervos por amor de Jesús" (2Cor 4,4). 

¡Desnudaos, sumergíos en el Evangelio, volved al corazón de la santa Iglesia! "Procurad tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús, el cual, teniendo la naturaleza gloriosa de Dios, no consideró como codiciable tesoro el mantenerse igual a Dios, sino que se anonadó a sí mismo tomando la naturaleza de siervo, haciéndose semejante a los hombres; y, en su condición de hombre, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz" (Fil 2,5). 

Hace un tiempo Benedicto XVI, citando a san Juan Leonardi, dijo textualmente: "La renovación de la Iglesia debe comenzar en quien manda y extenderse al resto"[1]. Pero la realidad es que os habéis convertido en la pétrea muralla de toda renovación… Vuestra prostitución clama al cielo porque camináis "emputecidos" en dirección contraria a vuestra misión: "Vosotros, que sois duros de cerviz e incircuncisos de corazón y de oídos, resistís siempre al Espíritu Santo; como hicieron vuestros padres, así también hacéis vosotros" (He 7,51).

Lo sé, lo sé: "Todo tú eres pecado desde que naciste, y ¿nos enseñas a nosotros?" (Jn 9,34). ¡Tenéis razón! Lo sé muy bien porque nado en el barrizal de este mundo y estuve enamorado de la "furcia del sometimiento", de la "ramera ciega de la irracionalidad", de la "buscona de la inmadurez", de la engañosa "cortesana de la magia" y de la "pelandusca de la sacralización y el fetichismo". 

Soy una sarnosa acémila pobre, limitada e ignorante, indigna de dirigirme a vuestras ilustrísimas…

Pero ahora sé muy bien que las he pasado putas por confundir la "fidelidad a Cristo" con el seguimiento fanático a vuestra "furcia clerical". 

Solo la terca oración de cada día me fue abriendo los ojos y me fue conduciendo hacia la autonomía y libertad de los hijos de Dios.

Y solo años más tarde me atrevo de deciros públicamente lo que me ha sido revelado para vuestro bien y para bien del Pueblo de Dios. Porque hasta los burros profetizan (Nm 22,30).

 

[1] En 2009 en la fiesta de San Juan Leonardi (1541-1609), patrón de los farmacéuticos y promotor del dicasterio vaticano "Propaganda Fide", dedicado a la evangelización de los pueblos. La frase es una cita del propio santo.








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6 comentarios:

Antonio Llaguno dijo...

No puedo estar más de acuerdo contigo, amigo.
Simplemente decirte que me chirría un poco que te refieras a la ramera, la puta o la buscona.
Perdón por el matiz, pero recuerda que Jesús a la prostituta o a la ramera no la juzga, no la condena, la perdona.
A quien no perdona es a los hipócritas, a los sepulcros blanqueados, a los mercachifles que comercian en el templo, a los puristas que adaptan el hombre al sábado y no el sábado al hombre.
No perdona a quienes usan la ley como pretexto para ocultar sus miserias y sus egoísmos: los que repudian a sus mujeres por conveniencia, los que se aprovechan de las viudas y los enfermos, los que se dan golpes de echo por creerse superiores a los demás.
Les llama hipócritas y fariseos, no putas o busconas.
Hemos llegado a tal nivel de perversión en la doctrina que una puta nos parece peor que un hipócrita y una adúltera (mujer, of course) peor que un tirano, un rico y poderoso o un corrupto.
Así no pensaba Jesucristo y esa no fue su predicación.
Pero en el fondo, suscribo todo lo dicho

Jairo del Agua dijo...

Raro es que tú te quedes enganchado en las palabras...

Por supuesto no me refiero a las "prostitutas" de entonces ni de ahora.

Hago un paralelismo entre la CASTA y la MERETRIZ (las 2 caras de nuestra Iglesia). Y lloro porque quienes deberían guiarme han preferido a la MERETRIZ (con sus sinónimos actuales).

Ni las "prostitutas" merecen tanto reproche como los "guías ciegos" que en vez de alimentar (apacentar) confunden...

Marià Moreno dijo...

Jairo, te adentras, con conciencia, en un mar donde las palabras que utilizas hieren y hasta resultan altisonantes, o incluso fuera de lugar. Todo eso puede ser así, pero es infinitamente más cierto que lo que dices es literalmente la verdad. Por tanto: en ser cierto el mensaje póngase menos "ojo" en la forma, que en absoluto lo deforma.
Los que más allá del círculo concreto donde profesamos, declaramos que somos Iglesia, sabemos bien la mirada que recibimos, que incluso puede ser bienintencionada. A la luz de lo que Jairo nos aporta, quien nos mira se interroga acerca de como puede todavía alguien decir que forma parte de algo tan antiguo, tan fuera de su tiempo y a la vez tan firme y claro exponente de mucho de lo que dice criticar. No me es difícil sentirme iglesia, en comunión con tantas buenas personas que la pueblan, pero si pienso en ella como estructura, no es que me sea difícil, me es casi imposible.

vallas74 dijo...

Carissimo! Estoy de acuerdo contigo. Hace tiempo que nuestros guías se han desentendido de los sentimientos de los guiados... Su objetivo es proclamar doctrina con la convicción de que su palabra es inspirada por el Espíritu Santo sin tomar en cuenta que cada vez son menos los que los toman en cuenta... Y que, entonces, su mensaje es ruido y proviene de alguien enjabelgado con vestiduras ridículas y posturas anacrónicas...

regue dijo...

Jairo después de leer el artículo, que por ciento, si me suena a otro que escribiste hace tiempo, te diré que estoy de acuerdo con él, pero quiero hacerte un matiz práctico sobre todo pensando a quien va dirigido y como reaccionan: yo no cambiaría nada del texto, pero lo empezaría con el párrafo de la pregunta "¿por qué os empeñáis en predicar un dios intervencionista? Y pondría lo de la casta y meretriz después. ¿Por qué? Pues porque, si alguno de los obispos tuviera la humildad de leerlo, leyendo el primer párrafo seguramente no continuaría leyendo, ya que como bien dices y sabemos, muchos no soportan las críticas. Y el objetivo es que lo lean y reflexionen y ayudarles a ir cambiando, cosa arto difícil aunque no imposible.
Por cierto: las palabras pueden tener más de un significado y cada uno las emplea según su conveniencia por supuesto. Pero ( y esto solo es información objetiva) la expresión "casta meretriz" es de San Ambrosio y se refería a la prostituta Rajab que ocultó a los exploradores enviados por Josué para explorar Jericó, también la empleó para referirse a Jesús que asume totalmente nuestra humanidad. Y como bien sabemos por desgracia una puede ser prostituta por necesidad y explotación o puede serlo por vicio y afán de lucro que es el sentido que tu le das. Un abrazo

Antonio Manuel dijo...

Jesús no decía: "...los escribas y fariseos son hipócritas...", sino que decía: "...Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas...", el sentido de la frase es que se refería a los escribas y fariseos que eran hipócritas, no que TODOS fueran hipócritas.
"...Los errores y escándalos de los Obispos nos dejan ciegos y abandonados..." Creo que habría que acotar la "generalización". Un obispo como ser humano puede ser todo aquello que se menciona por A. LLaguno. En mi opinión hay muchos más Obispos (con mayúscula) que siguen a Jesús para bien de sus colectividades.

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