4. ¿Y la Justicia?
Vengo
defendiendo en esta larga meditación que no existen castigos divinos, ni
infiernos sin fin. Ha habido lectores -teólogos algunos- que me han
recordado que "Dios
es infinitamente bueno, pero también infinitamente justo".
Sí, yo también lo aprendí cuando era chico. Y
recuerdo que mi imaginación infantil desarrolló la figura de un "gran sheriff" de cara afable con
unas magníficas pistolas de plata. Al que se salía de cauce ¡disparo certero! y…
al hospital o al cementerio, según el pecado fuera venial o mortal. Era una
imagen perfectamente acorde con el catecismo: "premiador de buenos y castigador de malos".