De la idolatría del "becerro de oro" a la actual de la "vaca lechera"
Todos necesitamos un Dios, con el nombre e imagen que sea. Sabemos que somos frágiles, limitados, necesitados, que tenemos un inicio y un fin, que somos caducos. Nuestra propia naturaleza pequeña clama por un Dios trascendente al que poder agarrarnos.