lunes, 18 de diciembre de 2023

La navidad con minúscula

 ¿Cómo celebras la Navidad, con mayúscula o con infamante minúscula?


Cada año nos ponen antes la navidad
. Una navidad con minúscula, pequeña y mercantil, que abarrota los escaparates de suculentas ofertas, tan sofisticadas como innecesarias.

Nuestros munícipes aportan al festejo sus bombillas de colores que, naturalmente, extraen de nuestros castigados bolsillos. 

La importación de interesada y barriguda imaginación siembra el ambiente de gordinflones colorados, ajenos a nuestra cultura. 

Nuestras aspiraciones cristianas se tambalean ante la avalancha de profanos intereses. Nos ilusiona la paga extra, ganada con el heroísmo de todo un año, pero -apenas conseguida- la canjeamos por superfluidad. ¡Qué poco valoramos nuestro esfuerzo! 

¡No podemos permitir que nuestros hijos conozcan la recia austeridad! Hay que introducirles en el consumismo injusto, en el capricho fofo, en el gregarismo patrocinado por los traficantes de banalidad. ¡Que no se frustren, podrían sufrir traumas síquicos irremediables! 

Hay que compensarles de nuestra dilatada ausencia, de nuestra falta de atención, de nuestra nula escucha. Trabajamos mucho y no tenemos tiempo para hacer familia.


Ahora, en esta navidad flácida y bullanguera, es imprescindible compensar ese vacío con unos regalos muy relucientes, muy ruidosos, muy agresivos; hay que canalizar la violencia mamada día a día en la televisión y en los videojuegos. 

Todavía me escuecen y emocionan las palabras de mi madre anciana ante aquel regalo caro:

"No quiero joyas, hijo. Te quiero a ti, tu presencia, tu voz, tus besos. Prefiero que me cuentes cómo en el trabajo tu honradez puede a tu ambición. Cómo tu mujer y tus hijos disfrutan de tu bondad y tu ejemplo. Cómo respondes a los que te necesitan sin darles largas. Soy feliz, hijo mío, comprobando que la Navidad corre por tus venas, que vas haciendo nuevo cada año el tesoro que yo te transmití". 

¡Cómo no me voy a rebelar contra esa navidad de papel moneda que colma los bolsillos hartos y vacía los corazones! Me repele la importación de vanas costumbres que agreden nuestras tradiciones y nuestra fe. Para demasiados sólo es un tiempo de banquetear y bullir con el efímero desplome del calendario. 

Nuestro Pablo ya lo advertía: "Hay muchos entre vosotros, de quienes muchas veces os hablé, y ahora tengo que repetirlo con lágrimas en los ojos, que son enemigos de la cruz de Cristo; su fin será la perdición, su dios es su vientre, su gloria sus vergüenzas y tienen puesto su corazón en las cosas de la tierra" (Fil 3,18).

Me duele que los cristianos, los que deberíamos celebrar con alegría y paz el abrazo de Dios a nuestra Humanidad, caigamos en el ruido pagano, en la exaltación del alcohol, en el olvido de quienes nos observan estupefactos desde su impotente miseria. 


Cuando veo instalar las luces multicolores del Ayuntamiento
, me dan ganas de gritar:

¡Diógenes coge esas innecesarias bombillas y recorre el Consistorio! A ver si, por fin, encuentras un hombre, a ver si a fuerza de voltios se ilumina el corazón hermético, frío, petrificado, tal vez corrompido, de nuestros regidores. 

A ver si se percatan de que, mientras ellos despilfarran en colorines, en pólvora de artificio, en fuentes y monumentos ociosos, hay personas que se consumen en la calle, que carecen del imprescindible alimento y techo. 

Individualmente poco podemos hacer, salvo denunciarlo, gritarlo, prestar nuestra alimentada voz a su abatido mutismo. A la compasión personal acuden tanto los verdaderos indigentes como los pillos negociantes de la mendicidad. Es muy difícil distinguirlos. 

Sólo desde la autoridad constituida, desde las instituciones al servicio del pueblo, se pueden tomar medidas para ayudar a los necesitados y erradicar la lacra de los farsantes y explotadores.

De momento nuestros políticos se entretienen con pregones navideños de espaldas al más mínimo sentido de humanidad.

La Navidad, con mayúscula, nos trae el recuerdo de ese Niño frágil y balbuciente en el que se personó la piedad y paciencia de Dios para recordarnos nuestra esencia amasada a su "imagen y semejanza".

¿Cómo podemos olvidar la misericordia, la compasión, la dignidad del ser humano? ¿Cómo pueden vendernos como productos navideños la superficialidad, el capricho, la comilona, el despilfarro y el olvido de los desamparados? 

Hoy, como ayer en Belén, hay quienes se hospedan en el jolgorio, la confusión, el promiscuo hacinamiento y el hartazgo de las posadas. Siempre hay sitio junto a avispados posaderos que explotan las oscuras pasiones. Pero, naturalmente, este no es lugar adecuado para una familia honrada y viajera que espera su primer hijo.


Nuestro Dios prefiere, para revestirse de niño, el silencio, la paz y la limpieza de una noche estrellada
. Por eso los confidentes de la Navidad son humildes trabajadores de intemperie. Por eso las ofrendas son regalos de primera necesidad. Por eso la Gloria de Dios va unida con la Paz a los hombres de buena voluntad. 

Pasados los años ese Niño, nacido al margen, nos dirá: "Te aseguro que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios... Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, y lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañe que te diga: Es necesario nacer de nuevo" (Jn 3,3). 

En la Navidad cristiana recordamos y celebramos la visita de Dios. Pero, sobre todo, renovamos nuestro propio nacimiento, el de cada día, el de cada año, el de cada paso fiel a Aquél que nos amó primero. 

Esta es la Navidad auténtica, la que se vive y alegra con sensatez cristiana, sin olvidar al que tienes cerca carente de lo básico para vivir.


¡Felices Fiestas! Es lo que muchos te dicen con sinceridad pagana. Que es como confirmar: ¡Feliz comilona, feliz dispendio, feliz disfraz con gorrito rojo y bragas coloradas, feliz bailoteo por la mudanza del calendario, feliz borrachera o feliz apareamiento!

¿Y de humanidad? ¿Del recuerdo de quien vino a recordarla y practicarla? No hay mayor decadencia que olvidar quienes somos, de dónde venimos y a dónde vamos. No hay mayor necedad que ignorar que recogemos lo que sembramos, que no hay ley más cierta en este mundo que la "ley de la causalidad" (a tal causa tal efecto).

La navidad son minúscula solo nos traerá algún gustillo efímero, los bolsillos vacíos y la salud quebrada... Y lo más grave: la "deshumanización" de vivir como animalitos corretones, sin inteligencia ni libertad, solo absorbidos por la masa derrochadora, bullanguera o ebria.

Os deseo una Navidad esbelta y espiritual, con el íntimo y familiar recuerdo del Niño, maestro ya desde la cuna. Me encantaría veros alegres y felices, pero reforzando las "tres columnas del ser humano": SALUD - FINANZAS - ESPIRITUALIDAD.

Nuestra materialidad necesita las dos primeras. Pero sin la última, que cultiva nuestra superioridad inteligente y libre, solo llegaremos a vivir como animalitos, más o menos amaestrados.



 ¡¡¡ Feliz NAVIDAD con mayúscula !!!

 



lunes, 20 de noviembre de 2023

Culpabilidad y Pecado, medios de sometimiento - 1ª Parte

 Solo existen "causas" y "consecuencias", ni premios ni castigos divinos

  

Nuestro catolicismo actual mantiene una ideología religiosa muy parecida al primitivo Israel. Se considera la Pasión y Cruz "voluntad de Dios" y "pago por el pecado" (en vez de injusta condena humana a la coherencia y rebeldía).

Se dice que la Misa es un repetitivo "sacrificio incruento" de aquel "sacrificio de la cruz" (en vez de una comida fraterna e iluminadora). Nuestros altares de hoy son más bonitos y adornados pero emulan claramente a aquéllos. Son solo dos ejemplos.

La "culpabilidad" y el "pecado" (ofensa a Dios) siguen siendo mecanismos de control del poder religioso. La mejor forma de someter a un Pueblo creyente es utilizando a Dios.

Nuestros dirigentes han asumido la "evolución del mundo", se han subido al avión, se han calzado el móvil, han cultivado las artes, se han vestido de seda y ya no viven en chozas. Pero no han acertado a alejarse del primitivo AT y nos han instalado más idolatrías que los amorreos. Como la "bibliolatría", la "mariolatría", la "papolatría", la "intercesión", la "milagrería", la "magia" y todos los "ídolos antropomórficos" que inundan nuestras iglesias.

Con el agravante de estar instalados en una "religión egoísta", con la finalidad de que un "dios utilitario" (o sus poderositos "influencers") baje a cubrir nuestras necesidades.

Buscamos descaradamente "su poder", no su luz y sus genes en nosotros. En vez de buscar una "religión = religare" (para volvernos a unir al Padre) nos hemos situado en una "religión = rapiñare" (para conseguir prebendas).

Si Abraham levantara la cabeza, no nos admitiría en su fe monoteísta (conservamos el concepto, no la práctica) y se dedicaría a derribar nuestras coloridas capillitas. No le faltaba razón a aquel oyente sincero de una de mis charlas que me replicaba: "Vuestro Catolicismo actual más que la Iglesia de Jesucristo parece la de Juanita la Fantástica".

¿Por qué no lo notamos? Porque no conocemos otra cosa y el "instinto religioso" nos empuja a refugiar nuestra fragilidad e impotencia. Lo mismo que los seguidores del Tótem, del Sol o del Olimpo. ¿Entonces para qué vino Cristo?

En cualquier religión lo esencial es identificar a Dios: ¿Quién es? ¿Cómo es? Y desde ahí acertar a relacionarnos con Él. Son las obsesiones de mi ignorancia. Para conseguir resultados hay que saber avanzar por los siglos, no quedarse atascados en primitivismos y no apartarse de la coherencia. Nos lo advirtió Jesús: "Muchas cosas tengo que deciros todavía…" (Jn 16,12). Y nos avisó de los "signos de los tiempos" (Lc 12,56). 

Pero en vez de obsesionarnos por descubrir al Abba, nos hemos dedicado a vestir "vírgenes nacionalistas y milagreras", a incensar libros, a construir templos faraónicos, a decirle a Dios cómo debe ser, en vez de descubrir cómo es…

Hoy reflexiono sobre dos "medios de manipulación" totalmente asumidos por el Pueblo: la "culpabilidad" y el "pecado". La erosión de los siglos horada las conciencias más lúcidas. Y ocultamos el deterioro de la roca con otra manipulación: la "santa tradición". Algún teólogo actual y lúcido aporta sus "relecturas" para intentar reconstruir los deterioros, pero me temo que con poca eficacia a corto plazo.

¿Cómo empiezan nuestras Misas? Hurgando en la supuesta porquería que llevamos en los bolsillos. Menos mal que los que hoy asisten a Misa son santificables y pasan este punto sin romperse ni mancharse. Pura palabrería ritual.


Suelo insistir en que la LUZ es lo que de verdad ayuda a ver las sombras, es decir, tus errores, tu fragilidad y tu limitación. Algo totalmente consustancial a nuestra naturaleza.

Llamar a eso "pecado" ("ofensa a Dios", al que jamás podrás alcanzar) es cargar a los fieles con una "culpabilidad" injusta, debilitante y antipedagógica. Eso sí, es una herramienta terrible de sometimiento y control, que Moisés supo emplear a la perfección.

Empapados en aquello, los primeros católicos se olvidaron de a Quién seguían e inventaron el "fielato del confesionario", donde serás "absuelto" por el "poder de un humano divinizado". Así nos metieron de rodillas bajo el "poder y control" del Cura, es decir, nos hicieron clericales e infantes dependientes. Ese trámite siniestro de escupir faltas o faltillas con frecuencia, para limpiarnos, nos llenó de escrúpulos y debilidad sicológica.

Pero el gran daño fue alejarnos de la "fuerza inmanente de un Dios Amor", que todo lo tiene perdonado desde la eternidad, que te ha confiado el "volante de tu vida" en la que solo la "rectificación" (no la culpabilidad) puede enderezar tus pasos.

Nadie nos explicó que la "culpabilidad" es una obsesión fantasmal y que el resultado real de nuestros errores o desmanes son las "consecuencias", inmediatas o demoradas.

Os confieso que la Sicología, en la que me sumergí ya de adulto, me ha ayudado a comprenderme (y por ende a comprender a los demás) y a encontrar al "Dios verdadero" que me habita, me ilumina, me habla y me fortalece. Mientras que la "Teología de la Perfección" de mi juventud (del afamado predicador P. Royo Marín, O.P.) me suscitó "culpabilidad" hasta el escrúpulo perfeccionista.

Por eso defiendo que los Sacerdotes deberían formarse en esta disciplina humana y humanizadora (empezando por ellos mismos) y no tanto en "ideologías teológicas" anacrónicas. Entonces sí, el confesionario, o cualquier otro lugar, sería un encuentro para dar LUZ, CONSUELO y MOTIVACIÓN a quien lo necesitare, sin perdones ficticios. Mi madre, que fue santa y mártir, lo encontró en el confesionario de un frailecillo capuchino al que jamás fue a confesarse.

El origen de tanto dislate católico, del que no parece que se quiera salir, está en el "error radical" de pensar que Dios lo dirige, lo manda y lo castiga todo (mentalidad judía). Por tanto hay que procurar tenerle contento para que nos mande bendiciones (materiales sobre todo) y no castigos.

Es decir, nos situamos en una RELIGIÓN PASIVA, cuya finalidad es conseguir favores de Dios y vernos libres de castigos y desgracias. (No me cansaré de insistir en este garrafal error).

Ese posicionamiento nos hace tratar a Dios como una campana a la que llegamos por la "maroma de la súplica". Tiramos y tiramos para que el "dios campana" se entere de nuestras necesidades.

Si no obtenemos respuesta, malo, porque no estamos pidiendo bien o suficiente. Hay que repicar y repicar hasta "arrancar al dios campana" de su letargo para que suelte el favor solicitado.

Y puede que nos sintamos "culpables" porque estamos siendo castigados. Hay que recurrir entonces al "ayuno", la "penitencia", el "dolor de expiación", para convencer al "dios campana" que, al parecer, se alimenta de dolor humano.

Esta doctrina es irreal, irracional, diabólica e idolátrica. Lo diga Agamenón o su porquero. Y, como casi todos nuestros dislates, procede del "primitivo" Israel. ¿No ha sucedido nada desde entonces? ¿No debemos meditar en cristiano?

La realidad de nuestra relación con Dios, expresamente descrita en el Evangelio, es que Dios es Padre, Amor, Creador Inmutable, que jamás puede abandonar a su criatura.

Pero (ahí está lo que no queremos ver) nos ha creado "autónomos y libres", a su imagen. Nos ha cedido una pequeña parcela en el Universo, un "paraíso" (del que nunca nos expulsó, sería contrario a su esencia) en el que ha puesto todo lo necesario para nuestra vida.

Por tanto nuestra relación con el Creador se basa en una RELIGIÓN ACTIVA, en la que somos nosotros los que elegimos y decidimos. Todo lo que nos sucede son "consecuencias" de nuestras decisiones, de acuerdo con la "ley de la causalidad" que rige el mundo y forma parte de las "leyes de la naturaleza" (a tal causa tal efecto, si no siembras no recoges).

Todas las ideologías de todas las religiones no podrán tumbar esa realidad racional y experimentable.

Un Creador eterno -imposible otro- no puede cambiar, ni mudar de parecer, ni perfeccionar nada, ni conceder nada, ni meter la mano en el tiempo, porque está fuera de él. Todo lo tiene hecho, concedido y perdonado desde su ACTUALIDAD eterna. Esa "voluntad variable o caprichosa" que le atribuimos, sometida a nuestras peticiones, es un cuento del Olimpo.

El mundo y nuestra vida están totalmente en nuestras manos. Las consecuencias, gozosas o nefastas, dependen de nosotros. Y SÍ, las decisiones de unos interfieren en las de otros. Esa es nuestra hipoteca. De ahí la imprescindible y benéfica "fraternidad" de que el Papa habla en "Fratelli Tutti".


Algunas personas se asustan al oír estas cosas y se sienten desamparadas. Nada más contrario a la realidad. El Creador nos ha regalado la Creación entera, ha establecido un marco de actuación natural, un orden, unas "leyes naturales" ventajosas. Y se ha instalado en el interior de cada ser humano, se ha convertido en nuestro soporte y fuerza, nos ha regalado su "imagen y semejanza" para conquistar nuestra madurez e iluminar nuestra libertad.

El ser híbrido que somos vive su parte animal: "Comer - Copular - Jugar", como el resto de animales. Y suele minusvalorar su parte humana: "Inteligencia - Voluntad - Libertad". O las utiliza para satisfacer la parte animal solamente y enfrentarse a las "leyes de la naturaleza", que son las que nos defienden y aportan "orden", salud y progreso", es decir, felicidad.

Las "pasiones animales" y las "ambiciones cerebrales" hunden muchas veces en la inconsciencia las "pasiones espirituales": "Paz - Amor - Bondad - Ayuda" (a sí mismo y al otro), que son las que nos humanizan y aportan felicidad.

Son nuestra verdadera fuerza y el mayor parecido con el Creador. Cuando nuestra vida o nuestro mundo se tambalean acudimos a los ídolos de la mano de las religiones... y nada conseguimos. El éxito vendrá de nuestra "rectificación" y de nuestra "actuación", no de la de Dios que todo lo tiene hecho y bien hecho. Este es el olvido más grave de las religiones y, por supuesto, de la nuestra.

En resumen: Seguimos colgados del esquema teocrático de Israel, con castigos y premios de un "dios interviniente", que hace y deshace a su capricho, metiendo el cucharón en nuestros guisos.

Eso lleva a mucha gente a huir de esa "amenaza" (agnósticos y ateos) o a situarse en la falacia de la Religión PASIVA que proporciona el consuelo de la imaginación u obsesión subjetivas, a veces patológicas.

La realidad nos lleva a una Religión ACTIVA, con consciencia de nuestra "responsabilidad", de la "leyes que rigen la creación" y de las "consecuencias" de nuestras libres elecciones.

Que no es posible un "dios intervencionista" es evidente, pero no se quiere ver y menos predicar. Si Dios pudiera intervenir en el mundo y no nos librara de tanto mal como nos asedia, sería un "dios canalla" (lo contrario de la esencia del Dios Amor que creó, por expansión de sí mismo, hijos semejantes a Él).

Cuenta el eminente teólogo español Dr. Torres Queiruga que un médico tenía el extraordinario don de curar toda dolencia. Una monja de su Hospital le rogó insistentemente que curara a su sobrina allí ingresada. El médico la reconoció y la curó inmediatamente. Pero al resto de enfermos los dejó postrados en sus camas. ¿Ese médico era un santo o un canalla? Si pudiendo curar a todos, solo curó a la recomendada, es que era "un canalla inmisericorde".

¿De qué nos vale tanto Corazón de Jesús en nuestras iglesias, tanto recuerdo de la Divina Misericordia, etc. Si después nos inventamos y rezamos a un "dios canalla" de hecho, que pudiendo curar no cura?

La respuesta nos la ocultan: "Dios no interviene en este mundo más que a través de nuestras manos y nuestras decisiones".

Rogar por la Paz no sirve para nada. ¿Yo que puedo hacer? Esa es la pregunta clave ante las desgracias y desviaciones del mundo. La única respuesta posible es: "Ser Paz, promocionar la Paz, contagiar Paz, reclamar Paz". Cargarle a Dios con nuestras responsabilidades es un tremendo error.

Es comprensible que, cuando nos alcanza una desgracia o una necesidad, miremos al cielo y pidamos socorro. Es un desahogo, una esperanza. Por eso es tan difícil hacer comprender que del cielo no bajará nada, que ya bajó todo en la creación.

Acudimos a la ventanilla donde "nos dijeron" que estaban las soluciones. Y un hábito secular refrendado por los "sabios y entendidos" es dificilísimo de cambiar. Salvo que descubras en tu interior la "incoherencia" que les delata y descalifica.

El alzar los brazos al cielo es un placebo en toda regla. Arriba no hay nada. El "socorro" está dentro de ti, en la luz y la fuerza del Dios que te habita y nunca se aleja. Las "soluciones" tienes que discernirlas y decidirlas tú desde tu autonomía y libertad.

¡Cómo no lo vemos expresamente escrito en la "parábola del hijo pródigo"!

  


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lunes, 16 de octubre de 2023

¿Rezar por los difuntos?

 Otra aberración piadosa de la tradición

 

Es disparatado pedir a la Misericordia infinita que tenga misericordia. Tenemos la osadía de dirigirnos a Dios
para decirle cómo debe actuar.

El "siempre se hizo así" nos lleva a una "piedad mecánica", nada religiosa, incluso ofensiva, si es que se pudiera ofender a Dios.

Toda incoherencia (negación de la inteligencia) es un atentado contra el Creador que te hizo "a su imagen y semejanza" con inteligencia, voluntad y libertad. Y ése es el auténtico "pecado contra el Espíritu Santo", negación de tu "esencia divina". ¿Rezas para que el sol te ilumine o para que la lluvia te moje? ¿Cómo eres tan tonto de pedir que se empape quien ya se sumergió en el Amor infinito?

¿Entonces no podemos hacer nada por los difuntos? ¿Ellos no nos pueden ayudar? Ni lo uno ni lo otro. ¿Qué parche puedes añadir al Todo? He ahí otro tema erróneo e interesado de las doctrinas que nos imponen los "guías ciegos" (Mt 23,16).

Jesús vino a liberarnos de la "opresión religiosa" y a darnos LUZ. Por eso los religiosos lo mataron, porque hacía peligrar su dominación, divina según ellos.

Hoy día la historia se repite, hasta tal punto que la "doctrina oficial" nos sigue atando, por ejemplo, al "Error de la Redención". Niegan que la auténtica causa de la muerte de Jesús fuese la "liberación de la opresión religiosa". Y se inventan (por boca y cultura de los judeocristianos) que fue la "voluntad del Padre", que necesitó a su Hijo, como víctima, para poder "perdonar los pecados". ¡Disparate supino!

Si se disparata en tema tan grave, cómo creerse los "cuentos sobre los muertos" Los Jerarcas se han apropiado de la Viña y del concepto de Iglesia. Nos han sembrado de minas el camino y nos imponen incoherentes "ruedas de molino". Estamos igual o peor que "in illo témpore".

Por eso hay que volver (con toda nuestra limitación, ignorancia y fragilidad) a Jesús de Nazaret, sumergirse en su doctrina, no tener miedo a la LIBERTAD maravillosa de su mensaje y aprender de su LUZ con de la coherencia que mana en nuestra esencia humana. Mantenerse atados al error no es una opción cristiana, lo predique quien lo predique.

La muerte, para los cristianos, es una liberación, una meta, una pascua: el paso a la tierra prometida. NO un motivo de tristeza y, menos aún, de penitencia reparadora. ¿Acaso nuestro Dios se alimenta de ayunos, dolor y latigazos?

Claro que hay tristeza y llanto por la separación de los que amas. Son las lágrimas de la sensibilidad que no quiere separarse de quien era luz y vida. A veces esa separación es traumática o inesperada y el dolor sensible nos clava sus garras. Pero todo eso debería estar arropado y consolado por la segura confianza en la Misericordia del Padre que abre la puerta de la eternidad, abraza y llena de vida a quien nosotros creímos muerto.

Los que mueren, mueren para vivir. Estamos ciertos de que pasaron definitivamente a la orilla de la Vida, aunque ignoremos todo lo que pasa tras los barrotes de nuestra "jaula del tiempo y el espacio".

Los signos deberían ser de alegría por el desembarco en los brazos del Padre. En los símbolos litúrgicos debería dominar el blanco y no el morado penitencial que ya no tiene sentido.

¿Os imagináis el bálsamo en los corazones heridos cuando oyéramos cantar o tocar en la iglesia el "Aleluya de Händel", por ejemplo?

Ya, ya sé. Os estaréis preguntando por "los pecados". ¿Cómo purgarán por sus pecados? ¡Pobrecitos, qué "purgatorio" más largo les espera…!

¿Y quién te metió en la cabeza la existencia de un "purgatorio temporal"? ¿No hemos quedado que ya saltaron la barrera del tiempo? ¿Cómo puedes creer en la indulgencia de x años aplicada a tu difunto o en la Virgencita que lo saca del fuego agarrado a un escapulario? ¡Cuánto daño han hecho a la piedad verdadera los cuentos infantiles!

¿Y no habrán "purgado" con creces en este mundo todos sus errores? ¿No habrán pagado por la universal y cierta "ley de la causalidad" todos los efectos de sus erradas decisiones? ¿Cómo puedes tú saber y juzgar los esfuerzos por sobrevivir de éste o aquél?

¿Pero, sobre todo, en qué Dios crees? ¿No sabes que el Dios de los Cristianos lo tiene "todo perdonado desde la eternidad"? ¿O crees todavía en el "dios terrorífico" que mata a su hijo para poder perdonar? ¡Qué incoherente sería quien predica el "perdonar siempre" pero después no lo practica!


Lo primero que podemos hacer por nosotros y por nuestros difuntos es ACEPTAR su descanso en la paz. Ya entraron en la, para nosotros, inimaginable eternidad. No puedes hacer nada más por ellos, como no puedes operarte de apendicitis por el que entró en el quirófano o como no puedes examinarte por tus hijos.

El único y universal remedio, lo que realmente puedes hacer "aquí y ahora" es: "Vencer el mal con abundancia de bien" (Rom 12,21) con el ejemplo y lecciones de los que partieron. Te detallo las tres únicas actitudes que puedes adoptar ante tus difuntos:

1. RECTIFICAR los malos funcionamientos que heredaste, muy sutiles a veces, porque suelen ser subconscientes y no nos han enseñado a concientizarlos. El "ambiente humano", en especial el familiar, tiene una influencia inmensa en nuestra propia historia.

2. PERDONAR las posibles heridas que te causaron, hasta que no quede ni rastro de resentimiento. No porque necesiten tu perdón, sino porque ese perdón es la medicina que necesitan tus heridas. Y recuerda: Perdonar NO es apretar los dientes (voluntarismo) y olvidar el dolor de tus heridas. Perdonar es comprender y no condenar. Comprendiendo tu propia fragilidad (conociéndote a ti mismo) entrarás en la comprensión de la limitación de los que te hirieron. Esto es válido también para tus enemigos vivos.

3. IMITAR el buen ejemplo que te dejaron. Es la mejor forma de amar y honrar su memoria. Tiene sentido nombrarles en la Misa para sentirnos viviendo "CON ellos", pero NO pidiendo "POR ellos".

"Amar es admirar y admirar nos lleva a imitar lo que admiramos". Si admiramos (amamos), es que esa persona nos atrae. Si nos atrae, es porque ya tenemos en nosotros algo de eso que admiramos. La "presencia interior" de tus difuntos (más que su recuerdo cerebral, los ritos o los rezos) estimulará eso que llevas dentro y quiere crecer en ti.

Esa sería la finalidad de honrar a los muertos, que no pierdas la simiente que sembraron en ti con amor. ¿Qué admiraste, qué sigues amando en tus difuntos? Si no hay amor, solo queda sensiblería o rutina social. Para nada te servirán el funeral, los rezos, los lutos o las velas.

Si lo que te queda es amor, es un disparate hacer cambalaches con el Cura o con Dios. Tus difuntos no necesitan rezos ni estipendios. Ya desembarcaron en las manos del Padre. Dedica tus dineros a los pobres vivos o a las necesidades de la Iglesia caminante. Los que ya pasaron no lo necesitan. Si "rezar por" es un disparate, deduce la estupidez de encargar a otros que "recen" y que tú les pagues.

Lo que ellos desean -con toda seguridad- es que aproveches bien su buen ejemplo y no te arrastren sus errores, que sigas tu camino y despliegues tus dones. ¡Eso es lo urgente, realista y espiritualmente eficaz! Lo otro, los negocios espirituales y el "dios negociador", son pura idolatría.


Observación final importantísima:

"La muerte no la manda Dios, ni tiene nada que ver con los accidentes trágicos".

La muerte es la "consecuencia de nuestra finitud" que nos conduce inexorablemente a un final corporal.

TODO en nuestras vidas son "causas y efectos (consecuencias)" porque estamos sometidos a la universal "ley de la causalidad" (a tal causa tal efecto, recoges lo que siembras).

Dios no actúa directamente, ni puede actuar, porque nos ha creado "autónomos y libres". Y no puede contradecirse (salvo en la calenturienta imaginación de los clérigos gobernantes). ¡Qué pena!

El CÓMO y CUÁNDO morirás tampoco depende de Dios, sino de las CAUSAS que nosotros (o nuestros antepasados) generamos o en las que nos vemos obligados a vivir (piensa, por ejemplo, en la esperanza de vida de un europeo frente a un africano).

El TIEMPO de vida dependerá del "orden y cuidado" (respeto de las "leyes naturales") con que hayamos vivido nuestra finitud, más el "orden o desorden de nuestros antepasados", que se trasmite "vía combinación genética". A lo que se suma el "ambiente humano" y el "ambiente material" en que hemos elegido vivir o nos han obligado a vivir. La CONSECUENCIA será una vida más corta o más larga, más sana o más frágil. Dios siempre respetará nuestras decisiones, e incluso los sometimientos que sufras. Por mucho que reces o ayunes, no moverá un dedo para alargar tu tiempo. ¡Incomprensible para mí que los de arriba no lo vean o nos engañen!

Las ENFERMEDADES tampoco tienen nada que ver con Dios. Son creación humana. El disparate de las "pruebas de Dios" o de que "purifica a sus elegidos" porque les quiere más, es una aberrante doctrina idolátrica. ¡Vaya ídolo odioso!

(Mientras escribo pienso: ¡Pero cuántas majaderías mentirosas nos han metido dentro!).

Los RIESGOS son otra causa, muy de moda, que conduce a la muerte o a la enfermedad ("el que ama el peligro en él fenece"). Cuando se juega con fuego, lo probable es que te quemes.

Hoy día jugarse la vida, desafiar la muerte o querer demostrar que eres mejor que otros haciendo el idiota, es una epidemia que causa mucho sufrimiento, no solo al "irracional imprudente", sino a todo su entorno.

La CAUSA general de la "muerte prematura" es el MAL. Bien el que nos hacemos a nosotros mismos (léase lo anterior) o el que nos hacen otras personas inhumanas.

Hemos sido creados con la capacidad de hacer el BIEN y ayudar a otros (herencia del Creador). Pero hay "animales humanos desequilibrados" (asesinos, terroristas, tiranos, etc.) que utilizan su libertad para cultivar su instinto depredador, en vez de su instinto original humano que mantienen enterrado.

Algunos preguntan: ¿Dónde está Dios para librarnos de tanta muerte cruel y prematura? Hay que seguir respondiendo: El mal es una "opción humana" (negar el bien) y nada puede hacer Dios por evitarlo.

Nos ha dado la "libre y autónoma administración del mundo" y no puede desdecirse. Nos ha construido "un paraíso" (del que no estamos expulsados), lleno de regalos para satisfacer todas nuestras necesidades. Nuestro campo de juego son las "leyes naturales", la bondad y fecundidad de nuestro Planeta. Ahí lo tenemos todo. Contravenir esas leyes que producen nuestro alimento y nuestro bienestar es autodestruirnos.

¿Y los fenómenos naturales destructivos? Pues forman parte de un mundo vivo y en evolución. La inteligencia del hombre ha sido capaz de aprender a domar caballos y conseguir avances maravillosos utilizando su inteligencia, voluntad y libertad (herencia de Dios).

¿Por qué no aplicarlo para domesticar el Planeta, conocerlo y habitarlo mejor? ¿Por qué se dedican neciamente infinitos recursos para intentar conquistar otros mundos, inventar artilugios de muerte, dominar a las gentes y condenar a tantos a hambre y muerte?

Todo es CONSECUENCIA de las "opciones humanas", NO de Dios  ("ley de la causalidad").

El escándalo, el verdadero escándalo, es que los "guías ciegos" se empeñen en machacar que todo depende de la "voluntad de Dios" y que todo se soluciona con la oración, es decir, con pedir y pedir su auxilio para moverle a compasión.

¿Cómo no nos percatamos que ese "ídolo indolente" no puede ser el Dios verdadero? Si Abraham levantase la cabeza...

Es un empecinamiento escandaloso en el ERROR, la incoherencia y la negación de la evidencia de la Historia del Mundo.

Una "religión irreal y contradictoria" no es religión sino "ideología fantástica y fanática", que ahuyenta a los buscadores que piensan y a todos los que tienen ojos para ver.

Por desgracia, queda mucho de esto en nuestro dominado Catolicismo. El Sínodo actual, con su deseo de fraternidad,  es una puerta abierta que todavía no sabemos qué frutos traerá.

¿Alguien que piense un poco querrá adherirse a ese "dios aberrante" (el ídolo interviniente) que no nos socorre ni libra del mal? Muchas personas, incluso creyentes, engendran ante la muerte de un ser querido un resentimiento contra Dios por esa falsa creencia que les han inculcado.

No nos han enseñado, ni se espera que nos enseñen, que TODO lo que ocurre en este mundo está CAUSADO por nosotros mismos y que Dios no interviene directamente, sino que nos ilumina y fortalece desde dentro para que tomemos las mejores decisiones. La LIBERTAD es el privilegio del ser humano y, a la vez, la causa de sus desgracias. Y es también la causa de que unos hombres injustos perjudiquen a hombres justos.

El gran consuelo que tenemos los humanos es que Dios NUNCA nos abandona y siempre rema a nuestro favor: el que no sembró puede sembrar de nuevo, el que se equivocó puede rectificar, el que decidió ser un animal puede convertirse en humano…

Desde dentro Dios siempre, siempre, viene en nuestra ayuda, pero las decisiones y las manos las tenemos que poner nosotros. "Estoy a la puerta y llamo..." (Ap 3,20). "¿Se olvida una madre de su criatura, no se compadece del hijo de sus entrañas? ¡Aunque ella se olvide, yo no te olvidaré!" (Is 49,15). "En la palma de mis manos te llevo tatuado" (Is 49,16). Pero respeto la libertad que te he dado. ¿No nos basta leer la "parábola del hijo pródigo"?

No puedo alargarme más. Os dejo esta luminosa cita, desde Auschwitz, para meditar:

Etty Hillesum (1914-1943). Joven holandesa de origen judío conocía y apreciaba el Evangelio.

Sus vivencias espirituales profundas quedaron recogidas en sus diarios. Fue deportada y murió en Auschwitz. A propósito del sufrimiento que le circundaba, oraba y escribía:

"Corren malos tiempos, Dios mío. Esta noche me ocurrió algo por primera vez: estaba desvelada, con los ojos ardientes en la oscuridad, y veía imágenes del sufrimiento humano. Dios, te prometo una cosa: no haré que mis preocupaciones por el futuro pesen como un lastre en el día de hoy, aunque para eso se necesite cierta práctica…

Te ayudaré, Dios mío, para que no me abandones, pero no puedo asegurarte nada por anticipado. Sólo una cosa es para mí cada vez más evidente: que tú no puedes ayudarnos, que debemos ayudarte a ti, y así nos ayudaremos a nosotros mismos. Es lo único que tiene importancia en estos tiempos, Dios: salvar un fragmento de ti en nosotros.

Tal vez así podamos hacer algo por resucitarte en los corazones desolados de la gente. Sí, mi Señor, parece ser que tú tampoco puedes cambiar mucho las circunstancias; al fin y al cabo, pertenecen a esta vida…Y con cada latido del corazón tengo más claro que tú no nos puedes ayudar, sino que debemos ayudarte nosotros a ti y que tenemos que defender hasta el final el lugar que ocupas en nuestro interior…".

"El que tenga oídos para oír que oiga" (Mt 13,9) 

"Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y sus ojos han cerrado. ¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen!" (Mt 13,15).

 




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Si tú no resucitas, vana es la Resurrección de Jesús

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