domingo, 24 de mayo de 2020

El Dios que me habita y me habla - Buscad mi rostro

1. Buscad mi rostro

Tendría aquella preciosa niña unos seis años. En apenas unos segundos saltó la valla, tropezó y rodó por el parterre inclinado del parque hasta un grueso pino. Su mamá, aterrada, corrió hasta ella, la levantó, la examinó, la consoló y secó sus lágrimas. Fue después cuando la oí decir: ¿Lo ves? ¡Dios te ha castigado por desobediente!

Me acerqué y le dije con una sonrisa: ¡No mujer, no! Dios no castiga, somos nosotros los que cometemos imprudencias, errores, malas decisiones. Y, naturalmente, sufrimos las consecuencias. Él actúa como tú has actuado: socorre, abraza y consuela cuando, por nuestra estupidez, nos herimos.

Si tú no resucitas, vana es la Resurrección de Jesús

  Las escandalosas incoherencias del "clericalismo católico" hunden la Iglesia   Este Domingo de Resurrección todo son felicita...