jueves, 8 de septiembre de 2022

El "queso gruyere" al que rezamos los católicos


"Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. Pero el hombre, en su orgullo, le devolvió el favor creando un "dios" a su imagen y semejanza"  (Nietzsche 1844-1900)


En esta frase el filósofo lo bordó, es una verdad evidente. Ciertamente, creemos y nos dirigimos a "un dios humanoide", creado por ideologías religiosas y la imaginación del Pueblo.

La causa está en que hemos entregado nuestra inteligencia y libertad a unos "líderes religiosos" (eso se llama "clericalismo") llenitos de títulos y ropajes, pero con la libertad hipotecada por "tradición, escritura y magisterio", un pasado sobrevalorado, desactualizado y embarrado por la historia.

Nos sometemos dócilmente a unos "guías" (fe clerical o confianza en hombres) que conducen al Pueblo de espaldas a la realidad de un mundo evolutivo y cambiante. La mayoría les sigue por "infantil sometimiento" y "miedo" a sus amenazas explícitas o implícitas (pecado, infierno, salirse de la "verdad" por ellos prefabricada).

Intentaré analizar la realidad presente y descubrir si existe "coherencia" en nuestra "fe clerical", ya que la "coherencia" es el efecto más genuino de la inteligencia, don supremo del Creador, sin la cual nos convertimos en marionetas.

 

Rezamos en Misa, en la Liturgia, en las oraciones populares a un "dios con agujeros". Es decir, a un "dios perfectible, incompleto, necesitado de los seres humanos para ser y actuar".

Hasta que no le pedimos algo está ausente y despistado. Y acudimos a los "despertadores" para que le despierten y recomienden nuestras peticiones. Lo llamamos "intercesión" de la Virgen y los Santos. Esos sí que son perfectos, poderosos y misericordiosos. Si no fuera por ellos, el "dios con agujeros" jamás se daría cuenta de sus imperfectos vacíos y grandes despistes.

Me dice algún Cura que es connatural al ser humano "pedir" y no es desatinado hacerlo. Tiene razón, si solo fuéramos "animalitos". Es verdad que nuestra "fragilidad", nuestra "limitación", por instinto de conservación, pide socorro cuando no puede resolver algo, sobre todo si duele.

 

Pero a un "ser racional" se le debe exigir que actúe con "cabeza, corazón y manos" y no como un animalito asustado que huye del peligro sin ton ni son. 

Aunque ese huir del peligro sea yendo a Misa o haciendo novenas para "mover a Dios". O, incluso, disparatando y haciéndose daño (sacrificio) para convencerle mejor.

¿Crees que Dios es "eterno Presente"? Entonces cómo no ves el ridículo de querer "moverle", es decir, pasar de un estado a otro. O que le muevan otros, sean los del cielo o los de la tierra. 

Hemos perpetuado las piadosas e irracionales frases: "Ruega por nosotros" y "Rezo por ti". ¿Qué estás diciendo? Pues que si a mí directamente no me hace caso y no logro moverle con mis "peticiones", inténtalo tú desde el cielo o insiste tú desde la tierra.

Dios NO puede cambiar. Es irracional pedirlo, y menos aún a los intermediarios. No te dejes empujar por el "lastre tradicional" que aprendiste y repites como papagayo. A veces basta cambiar una palabra. Llevo mucho tiempo diciendo: "Ruega CON nosotros" y "Rezo contigo" que es lo único que podemos hacer.

Bien entendido que "rogar o rezar" NO es "pedir" sino apoyar tu "inmersión" en lo divino que llevas dentro. Es totalmente distinto de querer ayudarte a conseguir una dádiva. Porque el Abba de Jesús ya lo tiene TODO concedido. No puede hacer más. Eres tú el que debe moverse y buscar las soluciones.

¿Crees que Dios es "Infinito"? ¿Misericordia infinita, Amor infinito, Bondad infinita? ¿Entonces cómo crees que tiene "agujeros", partes que tiene que rellenar para ser más misericordioso y soltarte algún favor? ¡Claro que acudir a Dios en cualquier oración tiene beneficios! Pero NO el de "conseguir" lo que pides, eso lo tienes que conseguir tú, si está a tu alcance.


El beneficio de cualquier oración es el "efecto espejo". Llamo así al reflejo que llega a tu interior y te recuerda que no estás solo, que existe un Padre.

Si eres capaz de profundizar y de aprovechar esa "chispa" te sumergirás en la oración verdadera, la "oración de impregnación" que es algo así como aventar el fuego divino que ya está en ti desde que naciste.

Empezar con el "Jesusito de mi vida" tiene sus ventajas. Pero de nada servirá si no te lleva al "tesoro interior", al fondo preciosísimo,  que has de descubrir y cultivar.

Lo que estoy explicando, deshace el dilema de Epicuro: "Si Dios puede y no quiere darte lo que pides o evitarte un mal, entonces no es bueno. Si quiere y no puede, entonces no es omnipotente", es decir, no es Dios.

Las interpretaciones tradicionales te irán con el cuento de que "cuando no te concede algo es porque NO te conviene". ¡Vaya mentirota irracional! ¿Acaso no me conviene la salud, la prosperidad, el trabajo, la buena educación de mis hijos, la paz, el respeto social, el pan para mí y para el hambriento?


Nos han mentido y nos mienten para justificar la "no actuación" divina.

Pero la verdad es que Dios no puede actuar porque ya tenemos todo concedido desde la Creación. En ella está contenida toda su misericordia y su poder. 

Esa es la verdad demostrable por la razón y por la historia. "Pedir a Dios que cambie, perdone o conceda" (lo que mayormente se hace en las iglesias) es un disparate que nos conduce a un ídolo antropoide, fabricado a "nuestra imagen y semejanza".

Lo dice la Escritura que tanto sacralizan los tradicionalistas: "Todo lo hizo bien" (Mc 7,37), "Y vio que todo era bueno" (Gn 1,25). Pero, sobre todo, lo dice la inteligencia por la que podemos acercarnos a Dios y comprender que lo que falta por hacer en el mundo es cosa nuestra, es nuestra misión: "creced, multiplicaos y gobernad la tierra" (Gn 1,28).

La Creación puso en nuestras manos la lana. La inteligencia evolutiva de la creatura humana inventará la rueca y luego la maquinaria textil, cada día más avanzada. Así funciona todo en este mundo terrenal.


No existe, ni puede existir un "dios intervencionista" que mete la mano en nuestros guisos y unas veces cocina dulces y otras yerbas amargas. Si así fuera, estaría manipulando, restringiendo y negando nuestra libertad.

Lo que ocurre en este mundo -lo repetiré- es "consecuencia de nuestras decisiones".

Como somos limitados, nos equivocamos, mordemos el polvo y sufrimos.

Casi nadie nos enseña a utilizar la INTELIGENCIA para discernir, decidir y actuar. Y menos la VOLUNTAD para construir de tejas abajo y avanzar, la "puerta estrecha" (Lc 13,24) de que habla el Evangelio. La pereza y la dejadez nunca construyeron nada. La petición desnuda tampoco.

Los religiosos profesionales insisten en que todo se consigue con "fe", es decir, creer y hacer "sin pensar" lo que ellos enseñan. Que es tanto como convertirte en "ovejita lucera" y dejar de ser humano, aunque "creatura racional" nos creó la mano divina.

Y por ese piadoso camino de la "fe obligada" (si no crees vas al infierno) nos han construido una religión llenita de "supersticiones".

El Señor nos trajo la LUZ para humanizarnos: "Existía la luz verdadera, que con su venida a este mundo ilumina a todo hombre" (Jn 1,9). Pero los que usurpan la "autoridad divina" nos llenan de sortilegios y oscuridad mental.

Y con estos atractivos pretenden llenar las iglesias. Si los contradices, te responden que no importa, que están preparados para ser "pequeño rebaño". Así será sin duda, sobre todo lo de "rebaño" real y no figurado, en contra del progreso racional.

(Seguramente esto es parecido en cualquier religión, no solo en la nuestra. Lógicamente, a mí me duele mi parcela).



Sucedió una vez que un barquero se cayó en medio de un río caudaloso y lleno de niebla
. En el agua empezó a rezar: ¡Señor sálvame, socórreme, ven en mi ayuda, lánzame una soga porque me estoy ahogando!

Desde una de las orillas un grupo de creyentes le oyó y le gritó: ¡Insiste, Dios nunca abandona a sus fieles! La oración es poderosa y puede arrancar milagros, recuerda la escritura: "Ha dado órdenes a sus ángeles que te sostendrán en sus manos"! (Sal 91,11). ¡Ten fe! Con éstas y otras frases piadosas, divulgadas por sus Curas, motivaban al hombre a seguir rezando.

Desde la orilla contraria un joven, que también oyó los gritos del barquero, le boceó: ¡Calla, contén el aliento y escucha mi voz! ¡Nada hacía aquí, aunque no veas la orilla, nada con fuerza hacía mi voz! ¡Nada, nada, nada…! Y con esa orientación e insistencia el barquero llegó exhausto hasta la orilla donde el joven realista le ayudó a salir del agua.

Moraleja: NO existe un "dios interviniente" al que hay que convencer para que actúe. Seguimos sin comprender que Dios NO ACTÚA en este mundo más que a través de "nuestro interior" y de la "ayuda de otros".

 

El "dios interviniente" lleno de agujeros, a rellenar con la oración, es un ERROR incoherente, un terrible error que los dirigentes religiosos siguen propalando.

Ellos mismos, con ese engaño para tontos, son los mayores promotores del ateísmo y el alejamiento de la Iglesia. "Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas que cerráis a los hombres el reino de los cielos" (Mt 23,13). "¿Tan torpes sois para entender?" (Mc 8,17).






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