Desde la idolatría, aún inconsciente, imposible encontrar al Abba de Jesús
"El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: Es nuestro Dios, aunque no lo conocéis" (Jn 8,54)
Pero, en el fondo del corazón, sigo viendo al Jairo del Evangelio acudir a Jesús que afirma: "La niña no ha muerto; está dormida" (Mc 5,39). Y continúa: Ahora sois vosotros los que debéis decir "Talitha kumi" (Niña -Iglesia católica- a ti te digo, levántate) y darle de comer (Mc 5,41).
E intento evadirme diciendo: "¿Qué puedo hacer yo, pobre laico, en una férrea e inamovible dictadura clerical?"
Y la respuesta se repite: "Escribe, siembra, remueve conciencias". De ahí me llega la fuerza para ir contra corriente y denunciar tanta desviación del Evangelio.
La visión beatífica del dibujo no es real. La podredumbre de nuestro Catolicismo abarca a todo el árbol porque nos hemos desviado de lo ESENCIAL:
"¿Quién es y cómo es el Abba de Jesús?"
Hemos recubierto las idolatrías bajo un "atuendo estético, costoso y mágico" que atrae los sentidos y tan solo roza, en algunos, una cuerda de la religión interior que nos habita.
El aspecto exterior puede parecer hermoso porque se han dedicado a las FORMAS, pero se han olvidado del FONDO. Un ejemplito: En la Misa lloro cuando oigo "acuérdate…" dirigido, sin duda, a un "dios sin memoria y distraído", mientras mi interior me grita que el Abba de Jesús "sale a buscarnos y cubrirnos de besos" (Lc 15,20) y jamás nos olvida, ni puede olvidarnos. Estos "guías ciegos", que redactan la Liturgia, me empujan al ateísmo práctico o a una camuflada idolatría: adorar y rogar a un "dios tontito".
Nos han dado una "inteligencia" y un "ser profundo" (la esencia humana, el "corazón bíblico") que son "el sonar" para detectar a Dios en el mar de oscuridades en que nos movemos.
No hay un choque entre razón y religión. Todo lo contrario. A la auténtica religión se llega por la "inteligencia", capacidad que el Creador nos ha dado para buscarle y encontrarle. Lo que experimentamos, por desgracia, es una "prepotencia esclavizante" de los guías religiosos que imponen su supuesta "verdad" y sus "fanatismos". Muchos caen en la trampa y se dejan arrastrar sin pensar.
Los Cristianos deberíamos haber aprendido de Jesús lo que es oponerse a esa "esclavitud de la religión" (la que sea). De esa dominancia y engaño vino a liberarnos Cristo y no del pecado, como nos afirmaron los primeros judeocristianos imbuidos de su ideología judía.
Si Cristo nos libra del "pecado", lo hace por iluminación y no por expiación. Es decir, vino a ILUMINAR nuestra inteligencia para encontrar el camino de vuelta al Padre por el racional "camino de nuestra humanización". En eso consiste la "religión", re-ligare, volver a unir, desarrollar los genes del Padre que portamos dentro.
Es de tontos no reconocer que vivimos en un mundo evolutivo, tanto a nivel global como individual. Lo dice expresamente el Evangelio: "Muchas cosas tengo que deciros todavía, pero ahora no estáis capacitados para entenderlas. Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará a la verdad completa. Pues no os hablará por su cuenta, sino que os dirá lo que ha oído y os anunciará las cosas venideras" (Jn 16,12).
Y el Espíritu siempre está viniendo y continuará viniendo hasta que nos envuelva en su seno. Algunos todavía creen que vino el pajarito "in illo témpore" y se volvió a su jaula. Viven enredados en "viejas letras" en vez de abrir la inteligencia y el corazón con la "libertad de los hijos de Dios". Solo puede haber libertad si hay "inteligencia", suficiente LUZ para ver y decidir la dirección de mis pasos.
También enseñan que lo han encuadernado en un Libro, cuyo contenido -curiosamente- ha sido seleccionado por hombres limitados y falibles. Y, para mayor despropósito, a esa "selección humana" (de cualquier religión) la han consagrado como inamovible "palabra de Dios".
Para nosotros, la Biblia contiene muchas "luces" pero también densas "sombras", sobre todo en el AT que recoge muchísima paja y hasta blasfemias. Aunque para aquellos primitivos escribientes fuesen su verdad y su historia, la realidad y las fantasías que corrían delante de sus narices. Jamás pensaron en instruirnos a nosotros.
Hoy esa "rigidez y exageración sagradas" carecen del más mínimo sentido común para un mundo adelantado e inteligente. No en balde nos consideran -con cierta sorna- una de las religiones del Libro, algo así como fanáticos noveleros. Será muy difícil desde ahí conducirnos a una auténtica e imprescindible religión.
Agradezco a los "sabios y entendidos" que me hayan hecho esa selección y por eso la leo. Pero me atengo a las intuiciones de mi corazón. En el propio Libro se lee: "Pondré mi ley en su interior, la escribiré en su corazón, y seré su Dios y ellos serán mi pueblo" (Jer 31,33). Y por ello me adhiero a esta razonable opinión: "La Biblia y el corazón dicen lo mismo. Por eso (y sólo por eso) la Biblia es revelación". (Franz Rosenzweig - Filósofo judío). A lo que añado: "Cuando se da esa consonancia interior, porque muchas veces no se da"[1].
Algo parecido pasa con la fe. La mayoría cree con la "fe del ciego". Es decir, creen lo que "el lazarillo" les cuenta, aunque el pícaro se coma su queso y se beba su vino.
Ese "lazarillo" no es otro que el estamento clerical. Previamente, se han preocupado de consagrar una ideología como "obligada fe" y "verdad absoluta", amenazando con expulsión y condena eterna a quien la racionalice y opine otra cosa. ¡Vamos, lo mismito que Jesús!
Podría relatar errores supinos de mi vida cuyo origen fue esa "fe del ciego", ese sometimiento a "lazarillos irrazonables". En mi caso, detrás de esa falta de "autonomía", no había falta de formación moral o religiosa (yo buscaba a Dios sinceramente desde niño), sino ausencia de "conciencia profunda", una apoteósica "inseguridad" y un aprendido "perfeccionismo", enmarcado en "obediencia ciega".
Cuando eres inseguro y tienes miedo de quebrar la moral (eso que llaman "voluntad de Dios"), te cuelgas de quien supones te ayudará a ver y decidir. Aunque más tarde compruebes que de "ver" poco y mucho de "someterte" a recetas rancias; que de "servidores" poco y mucho de "príncipes dominadores". Con numerosas y gloriosas excepciones y salvando la buena intención de todos.
¿Conoces a Dios? Pues si no le conoces ni le tratas para conocerlo, al menos un poquito, no le puedes amar, por mucho mandamiento que te imponga Moisés. El amor no se puede "mandar", solo se puede "vivir" si sientes ADHESIÓN al amado.
Por desgracia, en nuestra católica Iglesia, se nos imponen más "rutinas muertas" que caminos de "vivencias profundas", más "ídolos de tronío y corona" que adhesión al "Yo soy". Y eso se hace… con la prepotencia de ¿"enviados de dios"?. No hay más que oír la liturgia oficial para echarse a llorar. ¡Qué difícil es dejarse impulsar desde dentro por la "libertad de la búsqueda" en contra de tu miedo y comodidad!
Y todo esto lo digo con ese descaro, de que algunos me acusan, porque me estoy convirtiendo en un "caza idolatrías" por la repugnancia que me suscitan los "anticristos" actuales e históricos, que se erigen en "administradores" del mismo al que contradicen.
Confieso que muchas veces me siento tentado de imitar a Moisés y hacer beber a los "idólatras oficiales" el reluciente oro fundido de sus propios becerros.
Cuando Pablo afirma que no son las obras las que justifican sino la fe, no está hablando de la "fe del ciego", sino de la ADHESIÓN a quien previamente has identificado en tu corazón. Entonces podemos cantar: "benditos los pies del mensajero" (Is 52,7) que me hicieron VER para después ADHERIRME con pasión a quien vi y me sedujo.
Si la encumbrada "clase religiosa" NO te lleva a VER, si te hablan desde "arriba", si te tratan cómo súbdito, si no admiten que les tutees, que les enseñes, que les corrijas o que les quieras, entonces no son "mensajeros". Solo son carceleros que te mantienen encerrado en sus artísticas peceras. No te están conduciendo a la AUTONOMÍA y LIBERTAD, signos ciertos de la madurez humana y de los "hijos de Dios". No son buena, sino malísima noticia. ¡Huye de ellos!
¡Ay de vosotros, fariseos, que os gusta ocupar los
primeros asientos en las sinagogas y ser saludados en las plazas! ¡Ay de
vosotros, que sois como sepulcros que nadie ve y sobre los que caminan los
hombres sin saberlo!...
¡Ay de vosotros también, doctores de la ley, que echáis
sobre los demás cargas insoportables, y vosotros no las tocáis ni con un dedo!...
¡Ay de vosotros, doctores de la ley, que os habéis apoderado de la llave del
saber, y ni entráis vosotros ni dejáis entrar a los demás!…
Guardaos del fermento de los fariseos, que es la hipocresía. Pues nada hay tan oculto que no se llegue a descubrir, y nada tan secreto que no se llegue a saber" (Lc 11,42 y ss).
Pero nuestros fariseos y maestros han seguido haciendo lo mismo, convencidos de su superioridad moral, intelectual y divina.
Por eso insisto e insistiré:
No adoréis el Libro. Servíos de él en lo que os ayude a ser mejores, más divinos y más humanos. No temáis rechazar rotundamente las blasfemias y barbaridades que contiene porque de ninguna manera son "palabra de Dios".
No adoréis a Vírgenes y Santos. Nada pueden hacer por nosotros, tan solo mostrarnos su ejemplo. Ante un "Dios Torrente" que se derrama continuamente sobre sus criaturas es un pecado de idolatría creer en el "dios botijo" que solo sus "intermediarios" pueden inclinar sobre los sedientos.
La "intercesión" es una farándula inventada para consolar a los tontos y mantenerlos atados a iglesias repletas de fetiches, efigies, tabúes, amuletos y talismanes… Lo mismito que nuestros súper tatarabuelos.
No adoréis a Curas, Obispos o Papas. Son criaturas tan limitadas como nosotros, cuando no más por el "ambiente clerical y sometido" que mamaron. Aceptad su ejemplo y sabiduría cuando estéis seguros de que os hace bien. Pero huid de su orgullo, exhibicionismo, prepotencia, desprecio, cuadrículas y puertas cerradas.
Ni son dioses, ni su palabra es divina, aunque lo pretendan. La auténtica "Palabra" está sembrada en el fondo de tu corazón, búscala, óyela, síguela.
No roguéis, ni mucho menos paguéis, por los muertos. Cuando eso hacemos somos unos prepotentes y orgullosos ante la Misericordia Infinita, que no necesita que la enseñemos su oficio o la instruyamos sobre cómo acoger a tus difuntos. Simplemente imitad los buenos ejemplos de los que nos precedieron, perdonad sus errores, aprended de su sabiduría.
No adoréis la arquitectura y el arte de basílicas, catedrales, joyas y oros sagrados, con que se pretende sobornar a Dios ("para Dios lo mejor") porque eso os delata y acusa de "no saber de qué espíritu sois" (Lc 9,55).
Dios no quiere monumentos y tesoros. Nos quiere a nosotros, sus hijos, para hacernos felices y ayudarnos a construir nuestra propia vida.
Esa es su mejor catedral y nuestra mejor ofrenda. "La gloria de Dios es que el hombre viva" (San Ireneo). "He venido para que tengan vida y la tengan abundante" (Jn 10,10).
En definitiva, sumerjámonos fielmente en esta determinación sagrada:
"No adoréis a nadie, a nadie más que a Él", al Abba y a Hijo que nos lo mostró.
_________________________
[1] Para más profunda reflexión sobre la Biblia solicitar gratuitamente al autor (jairoagua@gmail.com): "Monografía sobre la Biblia".
Estos son mis Libros Digitales. Puedes pedirlos a jairoagua@gmail.com
2 comentarios:
De acuerdo contigo, Jairo... Hace unos días reflexionábamos en grupo acerca de la diferente actitud de la dirigencia frente a la actitud de Lutero y frente a la de Teilhard... Mientras que al que denunció los manejos económicos lo condenaron y dieron origen al cisma, al que propuso estudiar la evolución en 1938, lo archivaron y lo ignoraron...
La exposición tiene ingredientes de alto valor... pero al mezclarle "malas hierbas", el resultado amarga como la hiel...
La mayoría de los lectores asimilarán lo positivo de la enseñanza... pero la perplejidad ante el "acoso y derribo" generalizado contra la Iglesia, que nos trae la Verdad desde Dios en Jesús, aturde y desorienta.
La Iglesia evoluciona a la Luz del Espíritu Santo y en el conocimiento más formado de la sociedad. Se ha de asumir que esta evolución no va a la misma velocidad en todos los tiempos y pueblos de la Tierra. Si Jesús pidió el perdón "porque no saben lo que hacen", cómo se puede llenar de escarnio y maldecir a la Iglesia Católica que en toda época y, de manera especial, en el nuevo tiempo del Papa Francisco, potencia su luz vivificadora al hombre; y lo hace en una época donde sociedades opulentas potencian el individualismo, que lleva a la autocomplacencia, cayendo en el error más grave del desprecio a Dios.
Publicar un comentario