2. Mi respuesta a los objetores
Amigo mío, me escribes para decirme
que te ha hecho mucho bien el diálogo anterior con Oliva porque coincide con
tus intuiciones. ¡Gracias por decírmelo! Eso refuerza mis certezas.
Me envías además un texto papal [1] que ratifica mi afirmación: "el infierno no es castigo sino auto exclusión". Pero... el texto sigue considerando que esa actitud del hombre lleva consigo "el rechazo definitivo de Dios".
No puedo estar de acuerdo con lo segundo, dígalo quien lo diga. Palabras de ayer no pueden derribar certezas interiores de hoy.
Dios no puede rechazar porque su esencia es Amor. Sólo puede atraer, nunca rechazar. La interpretación del castigo y del infierno dependerá siempre del "rostro de Dios" que hayas descubierto. Dime a quién adoras y te diré qué infierno temes.
Te ruego me acompañes en esta nueva meditación y te permitas reflexionar con libertad, sin oxidadas jaulas ideológicas que nos esclavicen. Te respondo a ti y a quienes me han hecho llegar otras objeciones a mi anterior meditación.
1º.- Usamos irremediablemente un lenguaje humano (castigo definitivo, infinito, eterno, etc.). Son expresiones pedagógicas que advierten de la gravedad y desdicha de abandonar el camino de la felicidad (la realización y humanización). Puede que esa humana "pedagogía del horror y pavor" haya dado frutos positivos en el pasado. Pero en sí misma es inadmisible y rechazable, es errónea porque "falsea el verdadero rostro de Dios".
El Dios que a mí
me habita y me habla -diría Oliva- solo utiliza la pedagogía del amor: Siempre llama y espera con infinita
paciencia. La actitud de Dios no puede ser una aquí y otra en el más allá. Mamá
Dios seguirá clamando "con gritos inenarrables" (Rom 8,26) hasta que recoja a todos sus
polluelos. Lo cuenta la parábola del hijo pródigo (Lc 15,11), lo afirma Pablo: "Si
nosotros no le somos fieles, Él seguirá siendo fiel, pues no puede negarse a sí
mismo" (2Tim 2,13).
2º.- La interpretación del infierno no puede quedar al margen del rostro de
Dios revelado por Cristo. La Escritura tiene que ser coherente o no es inspirada,
sino la paja que la circunda [2].
La condenación "eterna" es incompatible con
un Dios-Amor-Padre.
Es expresamente contraria a la parábola de la oveja perdida: "De la
misma manera vuestro Padre celestial no quiere que se pierda ni uno solo de
esos pequeñuelos" (Mt 18,14).
¿Cómo imaginar siquiera que quien nos enseñó el "amor a los
enemigos" pueda sentenciar a "sus enemigos" al rechazo eterno? "Amad a vuestros enemigos… porque Él
es bondadoso con los malos y desagradecidos. Sed generosos como vuestro Padre
es generoso" (Lc 6,35).
El otro día, en una charla, le rogué a una madre de
familia numerosa que me dijera cuál de sus 6 hijos habría de condenarse. Estadísticamente
-le dije- y tal como está el mundo alguno será infiel... Por mucho que la fui
acorralando no hubo manera de moverla del "todos
mis hijos se salvarán". La conclusión está escrita: "Si
vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, cuanto más
vuestro Padre celestial..." (Mt 7,11).
Es totalmente incongruente que a un Padre Todopoderoso se
le escape alguna de sus criaturas, creadas por amor para la felicidad. Seguimos
pensando, con nuestra limitadísima inteligencia humana, que Dios es un alfarero
al que le pueden salir chamuscados o rotos sus cacharros. Lo repito: Dios todo
lo hace bien. Respeta nuestra libertad, cierto, pero ¿quién crees que ganará el
pulso, su llamada o nuestra ceguera?
3º.- La imperfecta, condicionada y voluble libertad del ser humano nunca
podrá merecer un rechazo eterno. Sería una respuesta desproporcionada, es
decir, injusta.
¿Cómo hemos podido imaginar siquiera que un ser finito,
por sus errores finitos, pueda caer en un "rechazo
infinito", sin retorno? Es totalmente incoherente pensar que actos
limitados de un ser limitado puedan tener consecuencias ilimitadas, expresamente
queridas y causadas por un Dios Justo. Solo la dureza del corazón humano, el
autoritarismo religioso amenazante y nuestras pasiones vengativas han hecho
posible la "creación del
infierno".
4º.- La eternidad del infierno es simbólica. Se refiere a la distancia
entre el mal (ausencia de Dios o infierno) y el bien (Dios mismo). Esa
distancia es insalvable, eterna, definitiva, porque se trata de realidades
opuestas, como lo son la luz y la oscuridad.
Otra cosa muy distinta es que un ser humano pueda ser "absolutamente opuesto a Dios".
Es imposible. Dios y su criatura pertenecen a categorías distintas, a planos
distintos.
Los hombres podemos perdernos, alejarnos, equivocarnos, pero
nunca oponernos esencialmente a un Dios al que apenas intuimos y que habita en nuestro
núcleo, aunque no hayamos acertado a encontrarle. Él siempre seguirá llamando y,
con toda seguridad, su llamada triunfará antes o después de la muerte.
Las religiones
orientales creen en la reencarnación sucesiva hasta conseguir la rectificación e
iluminación.
Así, el rico Epulón se reencarnaría en otro Lázaro hasta adquirir misericordia.
O el juez injusto se reencarnaría en viuda necesitada hasta crecer en justicia.
En el fondo, es la misma intuición que la de nuestro purgatorio o infierno: Si
no consigues tu humanización plena en esta vida, tendrás que trabajarla en la
otra. Cuanto más bajo caigas, más tiempo y esfuerzo necesitarás para
humanizarte aquí o en el más allá.
No creo en la reencarnación circular, por supuesto. Pero
tampoco creo en los castigos divinos. Dios no castiga. Creo en el "camino de humanización" (revelado
en el Evangelio y evidente para cualquiera) y en la ardua rehabilitación de
aquí o acullá de los que se empeñan en ir contra sí mismos. ¡Cuántos dramas
podríamos contar cada uno de nosotros!
Sin volver al Padre, sin convertirnos
en "humanos", es imposible aposentarse
en su Casa. O caminamos ligeritos ahora o tendremos que caminar después al
darnos cuenta de la oportunidad perdida y de la felicidad retrasada por nuestra
estupidez.
Cuando los que neciamente llamamos "condenados" (¡qué floja tenemos la mano de condenar!) descubran
-libres de esta cegante materialidad- el camino de regreso, gritarán con gran desgarro,
dolor y llanto como Agustín: ¡Tarde te amé
Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Desde luego, yo
prefiero gritarlo ahora y dejarme cautivar por la Hermosura cuanto antes.
5º.- El Magisterio actual de la Iglesia (destaco lo de actual) -con el
que puede chocar alguna de mis certezas- no es una catedral gótica cuyas
archivoltas haya que conservar por los siglos de los siglos. Eso sería un error
tremendo y un evidente signo de decadencia. ¿Has visto a algún Obispo viajar en
burra? Pues eso, los individuos y el mundo cambian. Vivimos y somos evolución,
también intelectual y espiritual, como afirma el Evangelio.
Agustín escribió: "Unidad en lo esencial; en lo opinable libertad; y en
todo caridad".
Y Pablo nos dejó esta perla: “Nuestra capacidad nos viene de Dios, que nos ha
capacitado para ser servidores de una alianza nueva: no basada en pura letra,
porque la pura letra mata y, en cambio, el Espíritu da vida” (2Cor 3,4).
Intento comprender la llamada "doctrina oficial". Pero no
puedo evitar que en mi interior nazcan certezas o evidencias que la sobrevuelan.
Además, la
última instancia de la persona es su conciencia. Bien formada -añaden los clérigos-
pero lo definitorio es que sea "conciencia
profunda", donde mana el Espíritu, aunque la formación intelectual no
la alcance. ¡Que se lo pregunten a muchos santos o a mi admirada Oliva!
Hay cosas que no se ven desde una "conciencia cerebral" y menos aún desde una "conciencia socializada", pero
que la "conciencia profunda"
descubre de forma intuitiva. Es la “sabiduría de los sencillos” (Mt 11,25) de que habla el Evangelio. Esa prioridad de la conciencia como última instancia es confesada también por el
Magisterio, luego forma parte de él. No podría ser de otra forma: "Hay que
obedecer a Dios antes que a los hombres" (He 5,29).
Por otro lado el
Magisterio es un "compendio humano" y, como tal, falible. Afirmación que molesta mucho a los "ultras" que suelen construir Torres de Babel a las que adoran. Mi modesta andadura espiritual me llevó a esta certeza: "doblar la rodilla" solo ante Dios. Que, para que no me pierda, me habita y me habla desde dentro, desde el "reino de Dios" que me constituye (su "imagen y semejanza").
La "creación divina" es dinámica. ¿Alguien puede pensar que el Magisterio, "constructo humano", debe ser inmutable? (Sobre autoritarismos y rigideces deberían meditar mucho nuestros jerarcas porque son pecados contra el Evangelio). La finalidad del Magisterio es iluminar, facilitar la vida, nunca obstaculizar al Espíritu: "He venido para que tengan vida y la tengan
abundante" (Jn 10,10). Y la vida es evolución, movimiento,
progreso, no solo individual sino social e histórico.
De tu fidelidad a la "conciencia
profunda" -es decir al Espíritu- junto con la mía y la de otros
dependerá el progreso de esos textos oficiales que deben tener muy presente el "sensus fidelium" (el sentir de
los fieles), de todos los fieles, no solo de una jerarquía autorreferencial.
Todos,
absolutamente todos, venimos urgidos por el Evangelio a "poner la luz en el candelero para que alumbre a
cuantos hay en la casa" (Mt 5,15). Mi casa es mi Iglesia y humildemente
siembro mis diminutas lamparillas en forma de meditaciones. Me lo exige mi
conciencia, mi fidelidad al Evangelio y mi amor al Pueblo de Dios.
No me resisto a citar aquí unos párrafos de alguien con mucha más sabiduría que yo:
"La
verdadera obediencia no es la obediencia de los aduladores, que evitan todo
choque y ponen su intangible comodidad por encima de todas las cosas. Lo que necesita la Iglesia de hoy y de
todos los tiempos no son panegiristas de lo existente, sino hombres en
quienes la humildad y la obediencia no sean menores que la pasión por la
verdad; hombres que den testimonio a despecho de todo ataque y distorsión de
sus palabras" (Joseph
Ratzinger, "El verdadero pueblo de Dios", Herder, p.
293).
Y sí, Oliva existe. Es una viejita de 92 años y paso
quedo, que habla con Dios y a la que Dios habla. Ella me estimula constantemente
a escucharle y revelarle.
[1] "El
infierno como rechazo definitivo de Dios" (Audiencia del
miércoles 28 julio 1999, Juan Pablo II).
[2] Lo explico en mi "Monografía
de la Biblia" que puedes solicitarme cuando quieras y la recibirás
gratis.
_________________________________________________________________
Estos son mis Libros Digitales. Puedes pedirlos a jairoagua@gmail.com
Lo recibirás en tu correo-e gratuitamente.
6 comentarios:
Me gusta mucho lo de la eternidad simbólica del infierno, la distancia entre el bien infinito de Dios Padre y el mal. Como diría un amigo mío cura "el infierno si existe está vacío".
Y por supuesto el ejemplo de la madre es soberbio, ya está en los profetas como muy bien tu citas.
Un cura amigo mío, ya en la eternidad (el tampoco creía en el infierno) nos dijo una vez que el purgatorio no es un lugar de tormento sino un llenarse de un plus de amor para estar más a la altura de Dios. Me gusta esa explicación así como lo que tu dices de que tenemos que humanizarnos ahora o después.
He discutido con compañeros de este tema muchas veces, y nunca he utilizado ni siquiera hablado el infierno en mis homilías o catequesis, como tu elijo hablar y ayudar a experimentar el amor de Dios, y doy gracias porque aunque me educaron hablando del infierno y del castigo, he tenido formadores que me han abierto los ojos en este sentido y amigos como tu con los que comparto estas intuiciones. Gracias, un fuerte abrazo.
Pura filosofía: Bien Mal, Atraer Rechazar, etc. Para que uno de los conceptos exista, ha de existir el otro. No se puede Atraer, si no existe Rechazar. Para que haya Bien ha de existir el Mal.
El cristiano sigue a Jesús de Nazaret; si no se sigue a Jesús de Nazaret no se puede llamar uno cristiano.
Como dice el Papa Francisco: No se puede orar al dios cósmico. Nuestra oración como cristiano ha de ser al Padre, Dios amor que se reveló en Jesús, el Cristo. Y como dijo Jesús: "Todo es posible para Dios" ( Marcos 10, 17-27 )
Creo que en cada uno crecen el trigo y la maleza... Y en el momento de la cosecha, el Abba hará que lo bueno de cada uno pase a formar parte de lo Humano y no tendrá en cuenta el resto...
Sobrevivirá lo positivo que hayamos aportado...
A día de hoy siento en lo más profundo mi compromiso con Dios Padre, sabiendo que TODOS somos Iglesia. Para poder cambiar algo en mi, lo único que puedo hacer es descubrir la VERDAD que nos habita y DESPERTAR.Mantenerme en esa quietud en mi interior para escuchar a nuestro PADRE. Padre de todos los humanos y que tenga conciencia de que junto a ÉL ya formamos una UNIDAD INDISOLUBLE.
Desde antes de la concepción en el útero de nuestra madre, ya existíamos para Dios, ya éramos su plan. Y desde el momento del fogonazo divino ya somos vida. A Dios se le encuentra en nuestro interior porque somos parte de El. Dios no tiene que revelarse porque ya está revelado en nosotros. Así concluyo que hay una parte de nosotros inamovible que es lo que forma parte de la Unidad que es nuestra propia realidad, nuestro Ser, a medida que vamos caminandolo vamos descubriendolo y se van silenciando las voces de nuestra mente, de nuestro ego. Entonces es cuando la bondad de Dios sale de nosotros creando un puente hacia los demás.
No creo que Dios pueda destruirse a sí mismo ni mandarse al infierno.
Yo no soy muy culto ni intelectual, ni siquiera tengo estudios, tengo 60 años y 45 años de trabajo a mis espaldas. No he tenido maestros porque he sido huérfano, tengo una enfermedad degenerativa que poco a poco me va invalidando. Pero el Dios que va creando puentes de bondad está conmigo, el Dios Padre, está conmigo, esa isla de Dios que poco a poco vamos descubriendo en nuestro interior y que nos hace formar parte de un todo, de una Unidad esta con cada uno de nosotros y es locura de Amor lo que tiene por nosotros. A medida que lo vamos escuchando va creciendo esas partes de isla desconocidas y el puente se va haciendo más grande. Ni la bondad ni la Misericordia ni nada de lo que nos conmueve es nuestro, todo viene de El. Todo mal es una irrealidad creada por nuestra mente. Hasta la imagen que tenemos de nosotros mismos es una irrealidad una mentira. El pecado es un producto de nuestra mente y también es una mentira. Cierto es que nuestro Ser nuestra mente y nuestro cuerpo van juntos. Yo todavía no he muerto nunca y no tengo la más mínima idea de lo que pasará, pero es que no podemos tener la mínima idea del futuro porque para la Unidad, lo único que existe es ahora. Me da igual que Dios me "mande" al "infierno" si es así es que algo tendré que hacer allí. Dios no puede destruirse a sí mismo, ni pagar culpas, en todos y cada uno de nosotros esta la semilla de Dios. El violador, asesino, criminal, tendrá que destruir el monstruo que el mismo se ha creado, no se como, si aprendiendo o viendo en directo todo lo que ha hecho. Pero la parte de Dios que tenemos todos estará intacta.
Me gustaría contaros un cuento oriental de un Dios llamado VISPACIT.
VISPACIT era un dios de tierras remotas. Era el Dios de la bondad. Cuando llegó su hora, lo llamó el padre universal a su presencia a través de un angel llamado Genaro. Y se oyó una voz que dijo Genaro trae a VISPACIT ante mi, he de decirle que ya se venga conmigo, pero antes quiero hablar con el.
Genaro corrió hacia el Reino de VISPACIT y cuando estuvo en su presencia dijo: VISPACIT te llama el padre universal para que te vengas conmigo ante su presencia, ha de decirte algo. VISPACIT se apresuró cogió el manto y fue con Genaro veloz.
Cuando estuvo en presencia del padre Universal, se quedó embelesado, sin embargo lo encontró con un semblante amoroso pero serio. El dijo :VISPACIT, has sido bueno, has cumplido todas mis ordenanzas, has hecho siempre más de lo que podías, pero un día me fallaste, fui a pedirte de beber y no tuviste tiempo de darme agua, porque andabas ajetreado por tantas cosas para enamorarme, que no te diste cuenta y me dejaste con sed. Así que has de pasar un día en el INFIERNO, para que recapacites, después ya te vendrás conmigo y no nos separaremos ya nunca más.
Así fue, VISPACIT se fue al infierno por un día.
Al llegar allí vio tanto sufrimiento, un calor sofocante, un odor imposible...pero se dio cuenta que al paso suyo todos los que había en el infierno se reconfortaban y sentían una agradable brisa que les aliviaba.
Al día siguiente el Padre Universal dijo a Genaro, vete ya a por VISPACIT, ha llegado su hora. Genaro fue al infierno y dijo venga VISPACIT, se acabó que te llama el Padre. VISPACIT cogió a Genaro y le dijo al oído, dile al Padre que me deje un día más, porque cuando yo estoy aquí se sienten aliviados por mi presencia y por la brisa que provoco. Así fue Genaro y se lo dijo al Padre. El Padre sonriendo dijo bueno un día más. Al día siguiente volvió Genaro y le repitió el mismo mensaje. Y así fue un día y otro durante dos semanas. Pero ya dijo, vete a por VISPACIT y no quiero más excusas. Pero VISPACIT no podía dejar allí a toda esa gente sin el alivio que el daba... Así se lo hizo saber Genaro al padre. El Padre ya enfadado dijo : dile a VISPACIT que se venga ya sin excusas y que se traiga con el a todos los del infierno...
Publicar un comentario