Éste podría ser el título de una meditación larga, larguísima... Pero me ha emborrachado la impaciencia. Le estoy cogiendo gusto a esto de las confidencias cortas.
Normalmente os cocino a fuego lento -lo mejor que sé- manjares bien elegidos. Pero hoy he empezado el día leyendo el Cantar de los Cantares y ¡puf!...
"¡Que me bese con besos de su boca!" (Cant 1,2). No puedo reprimir mis sensaciones más inmediatas e íntimas. Este "predicador de papel" que soy tiene la secreta pasión de buscar y publicar el luminoso rostro del Dios que va rastreando.