Quizás no haya texto del Evangelio más tergiversado que las Bienaventuranzas, por dos causas, me parece a mí:
- Sacralizarlo, convirtiéndolo en un "mantra sagrado" petrificado por los siglos.
Bienaventurados los POBRES: En contra de la "tradición judía de la prosperidad", demostración de la aprobación de Dios. En contra de la racionalidad de la ley que rige el mundo: "ley de la causalidad" (a tal causa tal efecto, todo son consecuencias). ¿Lo ignoraba Jesús?
¿Será por eso que eligió gente sencilla, pero acomodada, como compañeros? ¿O que sus amigos preferidos fueran pudientes, como Lázaro por ejemplo? ¿O que vistiera una túnica inconsútil, privilegio de ricos?
"Sin coherencia" no hay interpretación posible a nada de lo que predicó Jesús. Los conceptos de "pobreza" y "riqueza" son de los más manipulados de este mundo, con nefastas connivencias de la religión.
Cuando el monstruo se ha establecido y devorado toda prosperidad y libertad, entonces esos mismos religiosos, que le abrieron las puertas, se rasgan las vestiduras.
¡Ojo con los que esclavizan, aunque se disfracen de ángeles! Jesús llegó para liberar.
Bienaventurados los que tienen HAMBRE: ¿Será por eso que Jesús multiplicó los panes y peces para saciarla? ¿Será por eso que le llamaban comedor y bebedor? ¿O será por eso que se apuntaba a cualquier banquete, aunque fuera de pecadores ricos y familias bien nutridas?
El HAMBRE es un mal y por tanto infeliz. Es una realidad, nunca deseable, contra la que hay que luchar.
Le reduciremos a "tontito útil", víctima propiciatoria para el perdón de los pecados, como hace reiteradamente nuestro Pablo, desde su religiosidad primitiva y sacralizada, es decir, absolutizada por los siguientes patronos de la Barca.
Y todo por no evolucionar a la LUZ del Espíritu que el propio Jesús derramó, perpetuando una "religión primitiva" y su "ideología del pecado". Donde seguimos atrapados, sin voluntad alguna de conversión, es decir, inteligente y coherente evolución. El mandato del Génesis (que llaman palabra divina) lo hemos convertido en: "Creced, multiplicaos e imitad a los hebreos, no tenéis nada que gobernar y cambiar".
Con mi ínfima lucecita, me parece ver a Jesús hablando en parábola de ACTITUDES y VALORES en dos grupos de Bienaventuranzas:
A los que tienen hambre, sed, necesidades básicas o lloran por cualquier causa, no podéis dejarlos tirados, tenéis que apoyarlos, auxiliarlos, levantarlos y abrazarlos.
A los que ponen su fin en las riquezas, en el estómago, en la imagen, en las risas superfluas y en la fama, también tenéis que ayudarlos porque caminan hacia su deshumanización, cultivando su naturaleza animal solamente.
Porque la compasión y la ayuda son la "actitudes del reino de Dios" que lleváis dentro.
B) Bienaventuranzas de COMPROMISO:
A todos éstos debéis imitarles, apoyarles, defenderles, porque son coherentes con el compromiso, que adquirieron en el Bautismo, de seguir a Jesús y cultivar la semilla del "reino de Dios" que late en el interior.
En el lenguaje de hoy las Bienaventuranzas sonarían así:
Dichosos los pobres, los desprendidos, los que no se dejan tentar por la materia y la avaricia, los que saben vivir con lo necesario. Tendrán menos problemas, valorarán y vivirán su fondo espiritual, estarán más atentos a los menos dotados y vivirán con más libertad. El día en que lo entendamos seremos más humanos.
Dichosos los mansos, los que vacían su corazón de violencia y agresividad. Son un regalo para nuestro mundo violento. Cuando todos lo hagamos, podremos convivir en verdadera PAZ.
Dichosos
los que lloran porque el llanto es la puerta para bajar al consuelo
del fondo donde nos habita el Padre.
Dichoso los que lloran por compasión al ver sufrir a otros. Son gente buena. Con ellos se puede construir un mundo más fraterno y solidario.
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, los que viven "en orden" y defienden “el orden de la creación”. Los que siempre aspiran a una sociedad respetuosa con todos y construyen su parte. En ellos alienta lo mejor del espíritu humano.
Dichosos los misericordiosos, los que saben perdonar desde el fondo de su corazón y se compadecen de las carencias de los otros. Solo Dios conoce su lucha interior y su grandeza. Ellos son los que mejor nos pueden acercar a la reconciliación y al amor.
Dichosos los que mantienen su corazón limpio de odios, engaños e intereses corrompidos. Se puede confiar en ellos para construir humanidad y progreso.
Dichosos los que trabajan por la paz con paciencia y constancia, sin animadversión, venganza o violencia externa o interna. Son constructores del camino imprescindible para el progreso de la humanidad. Los necesitamos para curar heridas y seguir avanzando.
Dichosos los que son insultados, perseguidos y calumniados por seguir fielmente la trayectoria de Jesús. Su sufrimiento será semilla de luz, conversión, humanización y paz. Su triunfo y su corona están garantizados.
Las bienaventuranzas nos están diciendo que otro mundo es posible. Un mundo más humano, más coherente, la síntesis del mensaje de Jesús, todo coherencia, nada de utopía.
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