He
insistido -a
tiempo y a destiempo- que en la oración
más que "pedir" hay que "expresar".
¿Y qué hay que expresar?
Lo primero que sale
de nuestra fragilidad humana son las NECESIDADES.
Es positivo poner en las manos del Padre nuestras necesidades, quejas,
tristezas, limitaciones, heridas, etc. Eso ayuda mucho…
Si sabemos que las
respuestas están en nuestro interior y NO pensemos que Dios es un "perchero" y con "colgarle" nuestra palabrería
ya hemos cumplido (bastante frecuente, por desgracia, incluso en la santa Misa).
Si estamos
convencidos de que Dios NO es un "tragaperras"
que te suelta el resultado en la bandeja de salida y habitualmente no da
premio.
Si NO consideramos que la oración consiste en manejar con insistencia
los "hilos" que mueven a la
Gran Marioneta.