4. ¿Y la Justicia?
Vengo
defendiendo en esta larga meditación que no existen castigos divinos, ni
infiernos sin fin. Ha habido lectores -teólogos algunos- que me han
recordado que "Dios
es infinitamente bueno, pero también infinitamente justo".
Sí, yo también lo aprendí cuando era chico. Y
recuerdo que mi imaginación infantil desarrolló la figura de un "gran sheriff" de cara afable con
unas magníficas pistolas de plata. Al que se salía de cauce ¡disparo certero! y…
al hospital o al cementerio, según el pecado fuera venial o mortal. Era una
imagen perfectamente acorde con el catecismo: "premiador de buenos y castigador de malos".
Después he buscado sinceramente al Creador y se han ido
difuminando sus cartucheras. Aunque nada debía temer puesto que yo era un tipo
ordenado y responsable, me acercaba a Él con precaución y nunca, nunca me
atreví a mirarle a la cara por si me encontraba con el "infinitamente justo" y "castigador de malos".
Hasta que el trato frecuente y la familiaridad me
envalentonaron. Un día me atreví a mirarle a los ojos -"que tengo en mis entrañas dibujados"- [1] y sólo vi: ¡Te quiero! Me eché a llorar como un niño
y la tensión de mis prevenciones se diluyó en lágrimas. Parecida historia encontré
en un libro de cuentos [2] que me hizo volver
a llorar. Desde entonces no creo en la justicia de Dios. ¡Se le cayeron las
cartucheras!
Además,
a uno le gustan las "lecturas
provocativas" y encuentra historias como éstas:
- Una adúltera -no arrepentida y
aterrada por la inminente pedrea- oye esta sentencia: "el que esté sin pecado que tire la
primera piedra... tampoco yo te condeno, vete y no peques más" (Jn 8,7). ¿Qué clase de justicia es ésa? ¡Y encima desafiando
la Ley!
- Un estafador,
pequeño y mal encarado, escucha: "Hoy tengo que hospedarme en tu casa"
(Lc 19,5). ¡Pero, hombre, si a este tipo había que cortarle
las manos como mínimo! ¿Cómo se puede confraternizar con los injustos?
- Un "hijo fiel"
espera justicia y se encuentra con agasajos al "hermano sinvergüenza y rebelde"
(Lc 15,11). ¿Dónde queda la justicia, la retribución del delito?
- Sigo leyendo
y me encuentro con un recetario de injusticias: "Al que te abofetee en la mejilla
derecha, preséntale también la otra" (Mt 5,39), "Amad a vuestros enemigos" (Mt 5,44), "Él es bueno con los desagradecidos y con los
malvados" (Lc 6,35), "No cortéis la cizaña" (Mt 13,28). Y así una tras otra. ¿Dónde está la justicia
infinita? ¿Quién nos vengará de los opresores?
- Llego al
final de mis lecturas y ya es el colmo. Unos torturadores y asesinos escuchan
de su propia víctima inocente esta durísima sentencia: "¡Padre perdónalos porque no saben lo
que hacen!" (Lc 23,34). ¿Dónde está
el castigador de malos?
¡No,
Dios no es justo! No con la "justicia
punitiva" y humana que le colgamos. Sólo le es aplicable la justicia
sinónimo de "bondad" y "buen gobierno", tan frecuente
en los textos bíblicos.
Cuanto
más buscas al Justo, más te topas con el Amor. ¡Definitivamente NO! ¡Dios no
castiga, no tiene un lado amable y otro colérico! Somos nosotros los que, al separarnos
del amor, nos vamos hundiendo en las "tinieblas exteriores" (Mt 22,13).
Lo mismo que, cuando nos alejamos
del sol, nos morimos de frío. No es que un sol justiciero nos castigue con la
congelación -qué absurdo- somos nosotros los que elegimos alejarnos de nuestro
hábitat, de la atmósfera ordenada y limpia del universo, del amor.
¡Qué
perversa miopía atribuir las consecuencias de nuestro alejamiento a quien nos
ama, nos atrae y nos busca apasionadamente!
Olvidamos
con necia frecuencia el principio básico de la libertad: "A tal decisión, tal consecuencia; a
tal camino, tal destino". Si todas las opciones llevasen a un mismo
punto, la libertad sería un camelo. Los distintos actos tienen consecuencias
distintas. No existen actos neutros. O avanzamos hacia el amor (felicidad) o hacia
el dolor.
¿Cuándo
nos convenceremos que estamos hechos de amor y para el amor? Nacemos
libres porque somos hijos de la Libertad absoluta. Es un privilegio, nunca una
prueba o una trampa. Por eso nacemos con la brújula incorporada. Nuestra
libertad está muy bien arropada por la inteligencia, la energía y el amor. Es
un tremendo disparate tirar la brújula.
Cuando
despreciamos el amor -don divino por excelencia-, sufrimos o hacemos sufrir. Entonces
nos hundimos en la injusticia (consecuencia del desamor). Es como si lanzásemos
piedras en nuestra vertical, antes o después nos caerán encima. A veces las
consecuencias tardan en llegar. Eso puede convertirnos en vividores imprudentes,
incluso en alimañas inhumanas.
La
justicia es la fuerza gravitatoria que nos mantiene unidos al Amor. Nuestra
libertad puede desafiar esa fuerza y separarse. Cuanto más lejos y más tiempo
permanezcamos en el vuelo errático, más dolorosa y difícil será la vuelta a la
órbita.
Pero, sea en esta vida o en la otra, con más o menos
esfuerzo según el grado de ruptura, todos volveremos al centro de gravedad de
la creación, al cenit de la humanidad, al punto omega, al Amor Creador.
No
existe un Dios colérico, ni vengador, ni castigador. Ni, por
supuesto, un sheriff vigilante. Ésas son figuraciones antropomórficas y
metafóricas de unas u otras épocas. Somos nosotros los que bajamos a la cólera,
la venganza, la desgracia o el suicidio moral.
Sólo
existe un Dios Amor que nos llama con total gratuidad e infinita dulzura. Podemos oír
su llamada o fugarnos tras las baratijas.
Cuando -consciente o inconscientemente- nos fugamos,
sufrimos las consecuencias. Es la historia del hijo pródigo. Lo dice la
sabiduría popular: "en el pecado está la penitencia". Pecado
es todo desprecio del amor. La penitencia es la justicia, siempre incorporada
al desamor como consecuencia.
Unos la sufren en esta vida. Otros la sufrirán en la
otra cuando, despojados de la opacidad de la carne, vean que Dios es amor, nada
más que amor. Sufrirán mucho al verse lejos de ese Dios (las "tinieblas
exteriores" del evangelio).
La justicia es el resultado de acercarse o alejarse
del Amor. Así de simple.
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P.D. Algún lector me pide que incluya lo que he escrito en el correo electrónico. Aquí está:
La Justicia de Dios es de lo peor entendido en nuestra Religión. En realidad entendemos Justicia = Venganza. Y nos alejamos del Evangelio y del mismísimo Dios.
Hay "venganzas disfrazadas de piedad". Por ejemplo, leo la noticia de que han quemado un cristo de madera en la catedral de Managua y la "reacción habitual" de la jerarquía: <<La Iglesia nicaragüense llama a rogativas y silencio como acto de desagravio ante "acción demoníaca">>.
¿De verdad hay que "desagraviar" a Dios? ¿O somos nosotros los impulsados a responder al agravio? ¿Pero se puede agraviar y ofender a Dios? Algunos creen en un "dios pequeñito y vulnerable", muy lejos del Abba de Jesús.
Perdonadme, pero a mí me parece que no sabemos "poner la otra mejilla", ni sabemos lo que significa "hacer salir el sol sobre buenos y malos".
Y me sigo preguntando: ¿Desagraviamos a "los cristos de carne y hueso", a todas las víctimas de nuestro mundo? De esos NO hay que preocuparse, pero SÍ de una talla de madera, porque somos muy piadosos y "acaparadores de lo nuestro"...
¿Quemar un cristo de madera es "acción demoníaca"? ¿Pero clavar al Cristo de carne y hueso en una cruz es la "voluntad del Padre", como seguimos repitiendo?
Por otro lado: ¿"Acción de un demonio"? ¿Cómo lo sabes? ¿Por qué juzgas? ¿No será un desequilibrado, un abandonado e incluso maltratado por la Iglesia, un desesperado que está pidiendo auxilio? No recuerdo que el Cristo de carne y hueso llamara "demonios" a los sayones que le clavaban en la cruz... Pero le oí decir: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen"...
¡Qué lejos estamos de ser cristianos! Eso de los "desagravios, reparaciones y satisfacciones a Dios" por ataques a nuestros monumentos o imágenes me parecen una forma sutil de "vendetta" y ataque velado a quien nos molesta.
¡Qué lejos estamos del "yo tampoco te condeno, vete y no peques más"! Lo nuestro es sacar las "piedras" para destruir al pecador, aunque sean "piedras de falsa piedad", porque ahora no se permite quemar a nadie en la hoguera... Si no...
Bueno perdonadme, es que me habéis pillado calentito... "Guías ciegos"... ¡Claro que hay que defender nuestros bienes! Pero el mayor bien es el "hermano", también el pecador... A ese hay que desagraviar y ayudar.
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6 comentarios:
Carissimo!! Sigo coincidiendo contigo... Me pareció un desatino ese desagravio a Dios que pudo haberse sentido "tocado" por el atentado a la cruz y ni se entera de los desprecios de la Jerarquía a grupos de fieles que tratan de vivir el Evangelio...
¡Bravo! Para mí también perdió las cartucheras hace tiempo y se me abrió el corazón a su amor, (ojala se me abra más), que disfruto y anuncio. Me gusta mucho el repaso que das a las parábolas y encuentros del evangelio, solo con eso basta para entenderlo. Pero muchos en la Iglesia viven con las "antiojeras" clericales y no se dan desprendido de ellas, vamos a ver si poco a poco y con nuestra ayuda lo consiguen. Un abrazo. hermano
Dios es Amor.
¿Qué sucede con mi amor hacia los demás?
Jesús nos dice que seremos "juzgados" por nuestro amor hacia los demás. Apelamos al Amor de Dios, pero será mejor apelar a nuestro amor en relación con mis semejantes para valorar de verdad el "Amor hasta el extremo".
Pues está en un sitio muy claro, Antonio Manuel.
Hace años conocí a un laico congoleño que había "dilapidado" (según sus familiares) la fortuna de su padre en crear centros de acogida de niños de la guerra y me decía: "Desengáñate Antonio, el amor no existe. Solo existen las pruebas de amor". Ya lo decía D. Bosco: "No basta amar. Deben saber que les amas"
Y ¿Cuál es la mayor prueba del amor a Dios? El amor al prójimo, que significa próximo.
Va unido irremediablemente. No se puede amar a Dios más que a través del prójimo y cada vez que amas a tu prójimo, cada prueba de amor a tu prójimo, es un acto de amor a Dios.
No se pueden separar.
Amar a Dios "en abstracto" es estúpido e inútil. Solo mediante actos de amor al prójimo podemos afirmar que amamos a Dios,
Creo que ya sé en qué sitio está; y así lo digo en mi comentario.
La Justicia en la Iglesia Católica es una justicia de varones-sacerdotes. Es decir, injusticia total. Las mujeres explotadas, mano de obra gratuita, no son consideradas personas de hecho y derecho. El Vaticano es una Ciudad-Estado donde sólo los hombres se pueden empadronar, ni una sola mujer lo puede hacer. El Vaticano, un Estado Europeo que no ha ratificado los Derechos Fundamentales. Habla de amor y ni tan siquiera es capaz de respetar la dignidad de las mujeres. Una hipocresía total. No sé como lo consentimos los Cristianos. Una no se siente representada por ningún Obispo que van contra los interese de las mujeres, nos insultan y difaman, que se autoproclaman entre ellos. Tengo otro sentido de la Justicia. Un brazo.
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