Imposible comprender la Redención si no partimos de que el
Redentor fue un reformador que se rebeló -verdadera
oveja negra- contra la ausencia de misericordia y la corrupción de los
religiosos de antaño, único poder civil de entonces.
Esa fue la "causa
real" de su muerte cruel. Solo nuestra pequeñez,
la tradición judía de la expiación y las disparatadas interpretaciones literales
pudieron imputar a Dios semejante crimen. Ahora, liberados de las "dictaduras jerárquicas y sometimientos
irracionales", podemos verlo claramente. Y debemos pregonarlo al
Pueblo creyente, arrepintiéndonos de los aberrantes disparates del pasado.
La historia de la oveja negra
Había antaño un gran rebaño de ovejas buenas. Al frente de ellas unos pastores, celosos de su misión y su poder, las
mantenían divididas en distintos rediles: las lustrosas en el más confortable,
las normalitas en el masivo y lejano, las enfermas excluidas para no contagiar
al resto, las rebeldes desterradas. A todas las hacían cargar con las
inflexibles normas que ellos habían multiplicado.
Pero un día nació una "oveja
negra" -bella y singular- en la gran majada. Fue creciendo, aprendiendo y observando sin hacerse notar. En su madurez comenzó
a recorrer todos los apriscos sin miedo a enfermar. Es más, se dedicó a
consolar y curar a cuantas ovejas se le acercaban ya fueran flacas o gordas,
blancas o negras, enfermas o sanas, dóciles o rebeldes. "Y al mirar al rebaño, se compadecía
de él, porque estaba cansado y decaído como ovejas sin pastor" (Mt 9,36).
Un día se le acercó una ciega de nacimiento, la devolvió
la vista y dijo estas extrañas palabras: "Yo
he venido a este mundo para que los que no ven vean, y los que ven se queden
ciegos. Al oír esto, algunos pastores muy estrictos que estaban allí
preguntaron: ¿Somos también nosotros ciegos? Y les dijo: Si fueseis ciegos, no
tendríais culpa; pero como decís que veis, seguís en pecado" (Jn 9,39).
Esta oveja negrísima hablaba por los codos y no se
cortaba un pelo a la hora de dirigirse a los
pastores. Su lana era distinta pero, a medida que pasaba el tiempo, se
distinguía cada vez más por su valentía, bondad y claridad.
Otro día dijo: "Os aseguro que el que no entra por la puerta en el
redil de las ovejas, sino saltando por otra parte, es un ladrón y un salteador.
Pero el que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. El guarda le abre
la puerta y las ovejas reconocen su voz; él llama a sus ovejas por sus nombres
y las saca fuera. Y cuando ha sacado todas sus ovejas, va delante de ellas, y
las ovejas lo siguen porque conocen su voz" (Jn 10,1).
Estaba considerada más negra que negra por los pastores porque no se les sometía ni les adulaba. Se mostraba autónoma y libre,
destacaba por su locuaz veracidad y ausencia de miedo, defendía al rebaño con
todo empeño, lo libraba de cargas inútiles y nunca rehuía a quien pudiera
necesitarla.
Compartía a todas sus hermanas los secretos de las
amplias cañadas y los verdes pastos. Un día llego a
decir: "El
buen pastor soy yo. El buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el
asalariado, que no es el pastor ni el propietario de las ovejas, viendo venir
al lobo, deja las ovejas y huye, y el lobo ataca y las dispersa, porque es un
asalariado y no le importan las ovejas" (Jn 10,11).
Los pastores oficiales se sentían acusados por éstas y
otras palabras. Se enfurecieron, se encolerizaron,
rechinaron los dientes. "Y buscaron el modo de acabar con ella, pero tenían
miedo porque todo el rebaño estaba asombrado de sus palabras sabias"
(Mc 11,18). Lo intentaron de varios modos y maneras. Pero resulta
que aquella oveja, tan negra y respondona para los vigilantes del aprisco, a
sus hermanas les parecía blanquísima, bondadosa, pacífica y milagrosa.
A pesar de los riesgos, la "oveja negra" de la que hablo siguió desenmascarando a
los encargados del rebaño. Y les dedicó palabras
tan duras como éstas: "Raza de víboras…" (Mt
12,34); "Sepulcros blanqueados..." (Mt
23,27); "¡Ay de vosotros que recorréis mares y tierras para
lograr un seguidor y, cuando os sigue, lo hacéis reo del fuego, dos veces más
que vosotros!" (Mt 23,15).
Lo estáis adivinando. Los "cuidadores del rebaño" se enfadaron mucho. Terminaron acorralando a aquella oveja tan distinta. La agarraron, la acusaron,
la apalearon, y la condenaron a morir de una forma terrible: clavándola en un
madero y dejando que se desangrase.
A partir de este suceso, hubo algunas ovejas que se
escaparon del primitivo redil y se establecieron por
su cuenta pacíficamente. Su intención era seguir el ejemplo de aquella oveja
valiente y buena que a todas quería y defendía.
Incluso cuentan que la "oveja
negra" salió del hueco donde la dejaron muerta y se unió al "nuevo rebaño" durante un
tiempo.
Esta historia es real, verídica y lógica. Existen en el mundo criaturas, que se creen buenas, pero son capaces de
odiar y matar a quien no piensa como ellas o desenmascaran sus abusos y errores.
Lo que resulta extrañísimo es que algunos componentes del
"nuevo rebaño" se inventaran el cuento de que la bondadosa "oveja negra" no murió por el odio de aquellos pastores
indignos, sino porque su progenitor la envió al patíbulo para pagar por los
pecados de las otras ovejas.
O sea, que los responsables de aquel crimen no fueron los
"injustos pastores", sino
el padre de la oveja negra que la engendró
expresamente para ser sacrificada y pagar por las demás.
Aquellos malvados pastores solo fueron los ejecutores materiales
de la voluntad de un "padre
sádico", que desangró a la pobre "oveja negra", para pagarse a
sí mismo "el precio del perdón"
a todo el rebaño. La "oveja
negra", tan buena y sanadora, solo fue el instrumento, la "víctima propiciatoria". ¡Qué
dislate tan retorcido! ¿A quién se le pudo ocurrir esta patraña?
Resulta también extrañísimo que pastores del "nuevo rebaño" sigan contando, dos mil años después, esta historia como verdadera. Y
encima añaden que, obtenido el perdón de esa sangrienta manera, la famosa oveja
consiguió "la salvación"
automática para todos sus congéneres. ¡Ahora ya están perdonados, salvados y redimidos!
¡Ahora todo ha cambiado!
Sin embargo, la tozuda realidad demuestra que todo sigue
igual, que siguen existiendo demasiadas ovejas pervertidas,
díscolas y mendaces, que se han convertido en fieras. ¿Será que a ésas no les
alcanzó "la salvación"?
Me parece que muchos religiosos actuales y sus jerarcas
solo utilizan la inteligencia como zancos para parecer más altos que los demás y auto afirmarse como "absolutamente verdaderos". (No
hay más que observar la cantidad de títulos, diplomas, condecoraciones, pompas
y llamativos vestuarios que se reparten entre ellos. Nada que ver con lo que
decía aquella sublime "oveja
negra").
Mi pequeña inteligencia laica, despojada de diplomas y doctorados, me
pregunta: ¿No es más lógico pensar que esa tan exaltada "salvación" llegará cuando consigamos parecernos a
aquella "oveja modelo" y sigamos
su ejemplo? ¿No será "un proceso
humano" y no un puntual evento milagroso y sobrenatural?
Por último, me resulta extrañísimo que los "nuevos pastores" repitan
actitudes y conductas de los de aquel tiempo. Y además persistan en ellas con el argumento de que son los sucesores
legítimos de la "oveja sacrificada"
y a ellos se les ha concedido "el
poder" de mandar en el "nuevo
rebaño".
Una vez leí que "la historia de
aquella oveja misericordiosa" se escribió para que nadie olvidara distinguir
lo que está bien de lo que está mal, lo que aquella sabia oveja defendía de lo
que condenaba.
Incluso me han contado que dejó advertencias como ésta: "Sabéis que los jefes de las naciones
las tiranizan y que los grandes las oprimen con su poderío. No será así entre vosotros, sino que,
si alguno de vosotros quiere ser grande, sea vuestro servidor; y el que de
vosotros quiera ser el primero, que sea el servidor de todos" (Mt 20,25).
Por eso
no logro explicarme cómo los "nuevos
pastores" se parecen tanto a aquellos pérfidos pastores de
antaño que persiguieron y mataron a la
oveja buena. Ni por qué se siguen divulgando teorías irracionales y
absurdas sobre los cheques -firmados con sangre- que aquella criatura ejemplar pagó
por todo el rebaño.
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4 comentarios:
Mucho antes de la muerte en la Cruz, Jesús ya lo había anunciado a sus discípulos, y estos no lo "entendían". Pedro le increpa de que eso no puede suceder -comprensible para un humano ante el "poder" sobrenatural que mostraba Jesús- y Jesús le aparta llamándole Satanás.
Jesús nos hace ver que Él cumple la "voluntad del Padre". En lógica humana se puede entender que la "voluntad del Padre" era la Resurrección. Es el elemento fundamental de la verdadera presencia de Dios encarnado en nuestra condición. Muerte como humano, Resurrección como Dios.
Y Jesús nos dijo, y nos ilumina por el Espíritu Santo, como nosotros, seres humanos, podemos alcanzar la resurrección en la Gloria de Dios.
Coincido con Antonio Manuel, fundado en los Evangelios, Palabra del mismo Señor. Y anunciado por los profetas de Dios, Isaías y otros, en el Antiguo Testamento.
Coincido con san Pablo, que lo reafirma y predica, y que se basa en los Evangelios y su propio testimonio.
Siento Jairo que tienes herido tu corazón, mostrando resentimiento y rencor contra la Iglesia.... Usando mucho el "razonamiento humano" y muy poco entendiendo los "Misterios de Dios".
La Iglesia con sus defectos, pecados, y también con su luz, es la que el Señor dejó y prometió nunca se destruiría.
El mal no puede pertenecer al Padre y lo que le hicieron a Jesús fue mucho mal. El Padre no puede evitar el mal. El que tenga oídos que oiga.
Me encantan las ovejas negras.
Siempre fui una oveja negra de casi cualquier colectivo y en especial de la Iglesia Católica.
Pero claro, las ovejas blancas ven a las ovejas negras como otra especie ("herejes".)
Las ovejas negras vemos a las ovejas blancas como "borregos"
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